MARINA VIEIRA.- Marta Dasí es enfermera en el Hospital Universitario La Princesa de Madrid. Hasta hace una semana, su trabajo consistía en mantener los cuidados de los pacientes en la planta de digestivo del centro. Desde que el COVID-19 entró en su centro sanitario, su vida -y la de todos sus compañeros- ha cambiado radicalmente. Nos ha contado cómo es su trabajo desde entonces en este reportaje especial para diarioenfermero.es: #EnPrimeraLíneaDelCoronavirus.

“Llevamos ya casi una semana con casos de COVID-19 en el hospital, como todo, al principio cuesta organizarse. Empezó a cambiar todo cuando hubo una reunión de la Comunidad con directores de centros y se trasladaron las directrices de reorganización del sistema sanitario. Es decir: los hospitales cerraban consultas, quirófanos que no fueran urgentes y se redistribuían. Lo primero que hicimos fue empezar a dar altas a pacientes que estaban ingresados y no tenían virus y ya vaciamos las plantas. Se reagruparon los pacientes que no podían ir a casa. A los que dimos el alta temprana tenían seguimiento domiciliario. Aquellos que se tuvieron que quedar ingresados en el hospital, se reubicaron en plantas de no infectados. Mi centro se ha ido llenando de arriba abajo. Ahora mismo solo falta una planta por llenarse de pacientes con coronavirus. Es decir, que ha habido muchos ingresos. Desde que pasó esto, el personal se ha reubicado. Por ejemplo, mi planta, que es la más baja, se cerró y he estado asistiendo – entre otras- en la décima. En esas plantas está todo lleno de pacientes con el virus.

Material

El primer problema al que nos hemos enfrentado es no tener mascarillas. Hemos estado unos días en los que yo me he puesto doble mascarilla quirúrgica para entrar. Que no es lo que estipulaba el protocolo. El virus es de gota media y la Fpp2 sería la adecuada. Si vas a realizar alguna técnica como intubar al paciente deberías utilizar la Fpp3 que es la que se usa para la gota fina.

Nosotros normalmente tenemos un EPI por enfermero y por turno. Es verdad que el personal se ha doblado y ahora en vez de entrar los cuatro enfermeros a la vez, entramos dos. Hay el doble de personal para atender a los mismos pacientes. Distribuimos el trabajo haciendo equipos: una persona está con el EPI puesto y la otra persona le hace de soporte. Por protocolo del hospital, los cuidados se tienen que reagrupar en dos veces en el turno. Eso no quita que si un paciente llama porque no se encuentra bien, nos vistamos y entremos. Del mismo modo, aunque no podamos pasar a la habitación, sí que podemos estar en los pasillos con una bata verde desechable, guantes y mascarilla. Podemos hablar con ellos desde fuera de la habitación, pero entrar dentro con el EPI se intenta reagrupar en dos veces, si están bien. Si pasa algo, obviamente, nos vestimos y entramos. Este método de trabajo hace que, por ejemplo, el otro día mi compañero y yo estuviéramos tres horas con el EPI. Es bastante agotador porque las gafas se te empañan, tienes que hacer los cuidados más escrupulosamente para evitar contagiarte, y como no hay suficiente material para que en cada habitación te quites el EPI y lo tires a la basura, el protocolo hace que nos cambiemos el guante y vayamos de una habitación a otra, lo están haciendo así en toda la comunidad.

Pacientes

Psicológicamente te afecta, es bastante duro ver la situación que tienen los pacientes. Es bastante triste porque tienes pacientes que sabes que se van a morir con gente al lado, en la misma habitación. Es una situación extrema y hay que llenar las camas que haya disponibles en el hospital, no puedes bloquear. Normalmente, cuando sabemos que una persona va a fallecer, respetamos la privacidad, dejamos que esté acompañada por su familia y no por otra persona que no conoce de nada al lado. Ahora no se cumple porque las camas que hay disponibles las necesitamos. Las familias no pueden acompañar a sus seres queridos, les dejamos entrar cuando ya es casi inminente, pero no se puede hacer nada más”.