GEMA ROMERO.- El desbridamiento o aseo quirúrgico es la eliminación del tejido muerto, dañado o infectado para mejorar la salubridad del tejido restante y así favorecer el proceso de cicatrización de heridas. Este tejido es un problema común al que se enfrentan los profesionales clínicos y es considerado por muchos como un importante factor inhibidor en el proceso de cicatrización de heridas prolongando su fase inflamatoria. Así, en GNEAUPP han actualizado uno de sus documentos técnicos más populares sobre el desbridamiento de heridas crónicas.
Como explica Teresa Segovia enfermera ex responsable de la Unidad Multidisciplinar de Úlceras por Presión y Heridas Crónicas del Hospital Universitario Puerta de Hierro en Majadahonda (Madrid) y miembro del comité director de GNEAUPP “hemos actualizado un documento que era un poco antiguo, de 2005, incorporando nuevas tendencias, las nuevas técnicas, nuevos abordajes, porque la práctica también nos ha enseñado algunas recomendaciones para mejorar el desbridamiento”.
Entre las novedades que incluye se encuentran el desbridamiento con láser o apósitos hidrodetersivos que han salido nuevos. “Hemos incorporado, además, el tema del registro, el tema de monitorización y el de la economía de la salud, es decir, aportar elementos para poder justificar esos procesos y también hemos hecho mucho énfasis en el tema del chequeo antes de hacer el desbridamiento y el tema de consentimiento. Al fin y al cabo, pretendemos ser más efectivos y que lo hagamos de una manera más segura, tanto para pacientes como para profesionales”.
Una acción más
Como subraya Segovia, “hemos de tener en cuenta que el desbridamiento de heridas es sólo una acción más en el tratamiento de las heridas y que cada persona y herida deben ser evaluados de una manera integral, teniendo en cuenta que la elección de la técnica o agente de desbridamiento están condicionados por una gran cantidad de elementos, como la patología que presenta la persona objeto de nuestra intervención, la zona afectada, la habilidad y el conocimiento del profesional, los tipos de apósitos y materiales, el entorno asistencial, el espacio físico o el equipo disponible, alteraciones en el proceso de coagulación, la posibilidad de monitorizar complicaciones como el sangrado, el abordaje del posible dolor, la cantidad de exudado, la presencia de infección, el estado general del paciente, las expectativas de tratamiento, las preferencias y opiniones de la persona y su entorno y la urgencia para eliminar el tejido desvitalizado”.
De hecho, este documento, al recopilar la mejor evidencia científica, “ayuda a elegir tanto del método de desbridamiento como de los productos o instrumentos teniendo en cuenta la efectividad y el coste”, destaca Segovia.