RAQUEL GONZÁLEZ.- Desde finales de 2016, los pacientes con incontinencia pueden beneficiarse del reembolso de los absorbentes anatómicos tipo ‘pants’. La noticia, nos cuenta María Peña, enfermera del Centro de Salud de Embajadores de la Comunidad de Madrid, ha sido muy bien recibida, no solo por quienes ya utilizaban estos productos, puesto que supone un gran ahorro, sino por quienes debido a problemas económicos no podían permitirse adquirirlos. De hecho, reconoce esta enfermera, “son productos que nosotras conocemos bien desde hace mucho tiempo y sabemos las ventajas que supone para el paciente, pero también somos conscientes de que no todos podían permitírselo y eso nos limitaba en ocasiones a la hora de recomendarlos”.
Más allá del paciente anciano
En nuestro país, más de seis millones de personas padecen incontinencia. Afecta sobre todo a gente mayor, en quienes el problema suele verse agravado por la pluripatología. Sin embargo, la incontinencia merma también la calidad de vida de personas más jóvenes, principalmente mujeres, en las que tiende a aparecer hacia los 35 años. “El motivo más habitual son los embarazos. A menudo, no se hacen los ejercicios de suelo pélvico que estarían recomendados y el resultado es la incontinencia”.
Romper con el aislamiento
Sea temporal o permanente, la incontinencia es un problema que el paciente suele ocultar y, sin embargo, cuando se pregunta por cómo afecta a la calidad de vida, ocupa el quinto lugar, por delante de enfermedades crónicas más graves como la diabetes e incluso el infarto agudo de miocardo, subraya María Peña. En este sentido, hace hincapié, “las enfermeras somos las profesionales que mejor podemos ayudarles y asesorarles, conocemos el problema y conocemos los productos que pueden ayudarles e indicarles, en cada caso, cuál es el mejor para su autonomía y comodidad”.
Y es que en el campo de los absorbentes anatómicos ha habido una auténtica evolución en los últimos años. En la actualidad, estos productos, que simulan la ropa interior, han ganado en discreción y comodidad. “La discreción es fundamental para que el resto de personas no sepa cuál es su problema”, subraya. Además, el simple hecho de que el paciente se lo coloque como si fuera su propia ropa interior, enfatiza esta enfermera, “es crucial desde un punto de vista psicológico”. Estos productos, de hecho, no están pensados para el paciente encamado, para quien se indicarían pañales, sino para aquellos que gozan, al menos y sobre todo en el caso de la gente mayor, de una cierta autonomía para vestirse.
Gracias a estos productos, las personas afectadas pueden romper con el aislamiento al que muchas veces les confina su incontinencia y recuperar su vida social sin miedo a que escapes o malos olores les jueguen una mala pasada. El papel de la enfermera también es fundamental a la hora de indicar no sólo el producto sino también la talla adecuada, para lo cual es necesario tomar las medidas del paciente. Además, existen distintas opciones para distintos momentos del día y severidad de la incontinencia, así como presentaciones con diferentes unidades. Esto permite individualizar el tratamiento.
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