IRENE BALLESTEROS.- La enuresis, antes también denominada como enuresis nocturna es un tipo de incontinencia intermitente que afecta a niños y niñas a partir de los cinco años de edad. Una patología que, a esas edades ya debería estar completamente controlada. Los escapes se duelen producir durante el sueño, lo que los hace completamente involuntarios. Tal y como indica Ana Latorre, enfermera Pediátrica, la incontinencia infantil nocturna se relaciona con situaciones de ansiedad crónica, problemas de autoestima y retraso en la esfera social. De hecho, se calcula que el 50% de los menores que padecen estreñimiento, TDAH y síndrome de apnea obstructiva del sueño también padecen enuresis.
Coincidiendo con el Día Mundial de la Enuresis, celebrado cada último martes del mes de mayo, las enfermeras ofrecen consejos, información y datos acerca de esta patología que afecta a un 10% de los niños entre cinco y diez años, siendo más frecuente entre lo más pequeños. «Un escape puntual no implica que el niño tenga enuresis y solo hablamos de ella cuando los episodios de incontinencia tienen lugar dos o más veces a la semana y durante más de tres meses. Además, hay que descartar que el niño padezca una enfermedad neurológica o algún tipo de defecto congénito o adquirido del tracto urinario», explica la enfermera Pediátrica.
Detectarlo a tiempo
Detectar la incontinencia infantil a tiempo es complicado. En ocasiones las familias tienden a normalizar los síntomas si ellos lo padecieron de pequeños, por lo que desconocen que exista un tratamiento específico para ello. «El diagnóstico y la la orientación del tratamiento se deben basar en una historia clínica detallada y en una exploración física completa, junto con el apoyo que se obtiene con el diario miccional y del calendario, sin necesidad de realizar pruebas complementarias en la mayoría de los casos», sigue la enfermera especialista.
Causas
La enuresis se puede producir por una producción incrementada de orina durante la noche por ausencia de la elevación de la hormona antidiurética, por una función vesical anormal o por el fracaso en el mecanismo del despertar. «Es conveniente la realización por parte de los padres de ese diario miccional que nos va a aportar información suficiente para calcular la capacidad vesical funcional diurna del niño y el volumen miccional máximo diurno teórico (VMMD). El diario miccional recoge información de tres días y en él se anotan las micciones realizadas resaltando la primera orina de la mañana y la última de la noche, síntomas diurnos miccionales, nicturia, tipo de deposiciones y escapes fecales, así como el volumen y el tipo de líquidos ingeridos a lo largo del día», asegura.
Refuerzo positivo
Antes de iniciar el tratamiento es recomendable seguir unas pautas de conducta, así como fomentar el refuerzo positivo del menor que lo padece. «El niño no tiene ninguna culpa de la situación ya que se trata de un retraso madurativo, ajeno a su voluntad. Por ello, debemos insistir a los familiares en que no se debe reprender al niño ni avergonzarlo y fomentar el que tengan una actitud positiva durante el tratamiento. Es importante escribir un diario en el que el niño debe delimitar las “noches secas” y las “noches húmedas”, así como la ingesta de líquidos nocturnos y pedir a los familiares que premien los éxitos conseguidos», concluye Latorre.
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