ANA MUÑOZ.- A Ana María Álvarez Huete le gusta hablar de su trabajo, un tanto peculiar dentro del ámbito enfermero, y está acostumbrada a las preguntas sobre él. Nació en Ferrol y va a cumplir siete años alistada como enfermera reservista. Es personal laboral del Ministerio de Defensa y trabajó, entre otros lugares, en el Hospital Militar de Ferrol y en el Tercio Norte de Infantería de Marina de la misma ciudad. Después de un largo camino acumulando experiencias que mezclan enfermería y disciplina militar, su próximo destino laboral se encuentra en Madrid, en el Hospital de Huérfanos de la Armada.

– ¿Por qué decidió encaminar su carrera de enfermera hacia el terreno de la Defensa? ¿Fue por elección o, simplemente, la vida le llevó a ello?

Fue por elección. Desde siempre me ha gustado la vida y la formación militar, su disciplina. Creo que soy una militar frustrada (risas). Yo trabajaba en el Servicio Gallego de Salud cubriendo interinidades cuando decidí opositar para ser personal laboral del Ministerio de Defensa, y aprobé. Me habría gustado alistarme como reservista antes, pero tenía niños pequeños y preferí esperar a que creciesen.

– ¿Es difícil reunir los requisitos que se exigen?

No, toda la información está en Internet. Tuve que superar un test psicológico, varias pruebas, aportar mi expediente profesional y académico… y después hay que superar 15 días de instrucción militar que son como una «pequeña mili». Te enseñan a formar, a saludar, a respetar el reglamento, a manejar las palabras clave y a estar siempre supeditada al mando. También haces marchas monte arriba y te enseñan a perder el miedo a las armas y a tirar, algo que sólo tendríamos que hacer en caso de guerra. Ese periodo de instrucción lo hice en la Escuela Militar de Sanidad, en Madrid.

– A un nivel más personal, ¿qué significa para usted ser enfermera reservista? ¿Qué le aporta?

Significa dedicar un tiempo de mi vida, tanto personal como profesional, al servicio del Ejército. Es necesario que exista un Cuerpo Militar de la Sanidad. Este trabajo te permite conocer los diferentes cuerpos y facetas del Ejército, su metodología. Es algo que me llena.

– ¿Cuáles han sido algunas de sus tareas laborales cotidianas durante los últimos años?

Básicamente, labores de enfermera para los militares: acompañarles en ambulancia cuando hacen maniobras de tiro o marchas por si hubiese algún accidentado, por ejemplo. En mayo estuve en la Brigada Paracaidista cubriendo los saltos. Son cosas interesantes y diferentes que en la vida civil nunca podría hacer. Vas a las enfermerías y a los botiquines de los cuarteles, rotas por las unidades de Tierra, Mar y Aire, incluso la UME.

– ¿El ambiente de trabajo es agradable?

Sí, en general es muy bueno y te acogen bien.

– ¿Cree que los jóvenes enfermeros se plantean esta salida laboral?

Puede que a algunos les guste, pero hay mucha gente joven en contra de la vida militar. Creen que es muy «de derechas», y no tiene nada que ver con eso. Es una opción muy bonita y muy interesante para ejercer nuestra profesión, te aporta la experiencia de trabajar en un ámbito muy distinto al de las consultas o el hospital.

– ¿Cómo ve su futuro como reservista?

Pues me gustaría ser muchos años más, todos los que pueda. Tengo 52 y puedo estar hasta los 61, y creo que los agotaré.

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