IRENE BALLESTEROS.- El bienestar digital es la capacidad de mantener una relación saludable con la tecnología, o lo que es lo mismo, de alcanzar el equilibrio entre el tiempo conectados y la vida fuera de línea. En los meses de verano tenemos más tiempo y más disponibilidad y, por ello, mucho más margen para usar las pantallas. Muchas veces ese consumo no es correcto ni apropiado y puede generar unas consecuencias negativas en nuestra salud física y mental.
En la actualidad todos tenemos Internet a nuestro alcance desde muy temprana edad, gracias a los dispositivos móviles y las tablets. Esto, que puede resultar una ventaja, pero debemos ser conscientes de que también tiene sus riesgos. ¿Es tu móvil lo último que ves antes de dormirte y lo primero al despertarte? ¿Respondes inmediatamente a las notificaciones aunque estés haciendo otra cosa? ¿Lo desbloqueas con frecuencia incluso cuando no ha sonado? Si has respondido que sí a la mayoría de estas preguntas, cuidado, pues puedes estar realizando un uso compulsivo de tu dispositivo. En 2022, según el Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones, un 3,5% de la población de 15 a 64 años realizó un posible uso compulsivo de Internet.
Para alertar de estos riesgos y ofrecer consejos en la mejora del uso de las pantallas, Isabel Mateo, enfermera especialista en Salud Mental, ha realizado una nueva píldora de Cuídate con tu enfermera donde habla de todos estos aspectos.
Consecuencias psicológicas
Una de las consecuencias del uso compulsivo de pantallas en nuestra mente es experimentar un miedo irracional a separarse del teléfono o estar desconectado, lo que es conocido científicamente como nomofobia. «El miedo que se experimenta a perderse algo supuestamente más interesante que pueda estar pasando, por ejemplo, en las redes, se conoce como “FOMO” (fear of missing out) y también podemos experimentarlo. Además, la hiperconexión a redes sociales, paradójicamente, lleva al aislamiento en la vida real. La necesidad de conexión, de verificar publicaciones, de cuantificar likes y la comparación constante de nuestra vida con lo que vemos publicado produce estrés, ansiedad y problemas de autoestima. La evolución de todo lo anterior puede llevar a una verdadera adicción, que se manifiesta, al igual que las adicciones a sustancias, con una pérdida de control, incluso aunque esté teniendo consecuencias como la pérdida de relaciones o trabajos, y la sustitución de otras actividades que antes se disfrutaban para pasar más tiempo conectado», explica la especialista en Salud Mental.
Consecuencias físicas
Uno de los resultados del abuso de las pantallas es el sedentarismo, «un factor de riesgo para desarrollar enfermedades cardiovasculares y metabólicas. Con este mal uso de las tecnologías, además se pueden producir trastornos del sueño por dos factores, primero por la afectación de la luz azul de la pantalla en nuestro ritmo circadiano, y segundo por la recepción de notificaciones a cualquier hora del día o de la noche. También hemos visto casos donde se dan problemas de visión como ojo seco o miopía, así como problemas relacionados con las malas posturas, (dolor lumbar), lesiones del dedo pulgar, y riesgo de accidentes por falta de atención. Se ha relacionado también en algunos estudios el efecto de las ondas electromagnéticas con infertilidad masculina y con la aparición de cáncer«, continúa.
Recomendaciones
«Lo primero es detectar la existencia de conductas compulsivas. En estos casos, debemos fijarnos normas de uso del dispositivo, limitándolo en tiempos y espacios determinados, por ejemplo, no llevarlo a la mesa cuando se come, desconectarse antes de irse a dormir o mientras se está estudiando. Y, por último, identificar qué aplicaciones, juegos o redes sociales en concreto son las que nos causan problemas para configurar tiempos de desconexión de estos y priorizar las notificaciones de modo que solo nos molesten cuando sea imprescindible, los propios dispositivos tienen estas herramientas y además se han desarrollado aplicaciones específicas para ello», concluye la enfermera.