REDACCIÓN/EUROPA PRESS.- El riesgo de suicidio es mayor en las personas con cáncer. Así lo demuestra un estudio que han desarrollado, a gran escala, investigadores de la Sociedad Americana del Cáncer, donde apuntan que este riesgo es un 26% mayor en estos pacientes, respecto a la población general.
El mayor riesgo de suicidio se observó en los primeros seis meses tras el diagnóstico de cáncer, con una tasa más de siete veces superior a la de la población general. Entre las personas diagnosticadas de cáncer, se observaron riesgos de suicidio relativamente más elevados en los tipos de cáncer de mal pronóstico, con una elevada carga sintomática en los dos primeros años tras el diagnóstico, incluidos los cánceres de cavidad oral y faringe, esófago, estómago, cerebro, páncreas y pulmón. Transcurridos dos años, las personas con cánceres que afectan a la calidad de vida a largo plazo, como los de cavidad oral y faringe, mama, útero, vejiga y leucemia, presentaban un mayor riesgo de suicidio.
«Nuestros hallazgos resaltan la importancia del manejo oportuno de los síntomas y las intervenciones específicas para la prevención del suicidio en individuos con cáncer. Esto requiere esfuerzos conjuntos por parte de los gobiernos, así como de los proveedores de atención sanitaria, para garantizar una cobertura integral del seguro médico para los cuidados psicooncológicos, psicosociales y paliativos, el desarrollo de directrices clínicas adecuadas para la detección del riesgo de suicidio y la inclusión de la prevención del suicidio en los planes de atención a los supervivientes», ha comentado el director científico de investigación de servicios de salud de la Sociedad Americana del Cáncer y autor principal del estudio, Xuesong Han.
Disminución del riesgo
El estudio, publicado en la revista científica Journal of the American Medical Association Network Open, y que se ha llevado a cabo en personas diagnosticadas de cáncer en Estados Unidos, también muestra una disminución del riesgo elevado para las personas con cáncer en comparación con la población general del 67% en 2000 al 16% en 2016.
«La tendencia general a la disminución del riesgo de suicidio sugiere un papel positivo de la promoción coincidente de los cuidados psicosociales y paliativos y de los avances en el control de los síntomas y el tratamiento del dolor. Pero aún queda mucho por hacer. Examinar las asociaciones de factores clínicos, como los tratamientos contra el cáncer, así como los factores políticos con el riesgo de suicidio y evaluar las intervenciones psicosociales, son áreas importantes para futuras investigaciones», ha resaltado Xin Hu, doctorando de la Universidad de Emory (Canadá) y autor principal del estudio.