IRENE BALLESTEROS.- Al igual que los adultos, los menores deben mantener una relación saludable con la tecnología, es decir, alcanzar el equilibrio entre el tiempo conectados y la vida fuera de Internet. Especialmente en ellos, que se encuentran en un periodo de formación y desarrollo, es imprescindible ofrecerles la ayuda y las recomendaciones necesarias para garantizar su bienestar digital.
«Las principales asociaciones pediátricas recomiendan evitar la exposición a las pantallas antes de los 18-24 meses de edad. Los niños a esa edad necesitan moverse para desarrollar capacidades motoras, y el uso de dispositivos móviles o tablets para mantenerlos tranquilos, además de evitar que aprendan estrategias saludables para manejar la frustración o el aburrimiento e interferir en el desarrollo de la creatividad, implica un sedentarismo que no favorece a su crecimiento normal. También es necesaria la relación con los espacios abiertos para desarrollar correctamente la visión lejana, otra razón más para darle prioridad al juego en dichos espacios. Además de todas las consecuencias que experimenta el cerebro adulto, en el caso de los niños también se ha relacionado la exposición a pantallas con el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y con problemas para el desarrollo del reconocimiento de la expresión facial y la empatía, ya que son capacidades que solo se pueden adquirir mediante la interacción con otros seres humanos, y el uso de pantallas, resta tiempo a estas interacciones. También su cerebro, en pleno desarrollo, es más vulnerable a las ondas electromagnéticas», explica Isabel Mateo, enfermera especialista en Salud Mental, en una minipíldora de Cuídate con tu enfermera en Canal Enfermero.
Riesgos
Bien es cierto que no hay una edad recomendada para el uso de un dispositivo móvil. Pero sí que hay ciertas situaciones de riesgo que deben conocer los adultos para alertar a los menores. Estas son:
- El acceso a material violento o pornográfico, desinformación.
- Riesgos de contacto no deseado: Ciberacoso, abuso sexual (conocido como grooming).
- Riesgos de ciberbullying: Conductas dañinas entre pares, mensajes no consensuados, desafíos en línea.
- Otros: robo de identidad, fraudes, estafas en línea.
«Los adolescentes son especialmente vulnerables a los efectos de las redes sociales en su comportamiento y pueden verse inmersos en problemas de salud graves como los trastornos de la conducta alimentaria o conductas de riesgo», explica la especialista.
¿Qué podemos hacer?
«Existen aplicaciones didácticas y juegos que pueden ser beneficiosos para el desarrollo de algunas habilidades concretas, además, estas tecnologías se utilizan también en el ámbito educativo, por lo que es imposible apartar por completo a los niños de ellas, pero es importante que sean siempre supervisados por un adulto cuando esté utilizándolas y que este conozca y se implique en lo que el niño ve. Antes de proporcionar un teléfono móvil a un niño o adolescente deben ser establecidas unas normas claras en casa sobre el uso de los dispositivos. Los adultos deben servir de ejemplo, con una conducta saludable hacia sus propios dispositivos y monitorizar el uso de los de los menores mediante controles parentales», sigue.
Si el uso de dispositivos interfiere en el día a día de los menores, su rendimiento escolar o sus relaciones con iguales, puede tratarse de una adicción y debe ser valorada y tratada por profesionales.