DAVID RUIPÉREZ.- La educación para la salud resulta fundamental a cualquier edad, pero en chicos y chicas de 9 y 10 años determinados mensajes pueden conseguir alejarles de hábitos como la bebida o el tabaquismo, que les van a tentar –según reflejan las estadísticas- en un plazo de dos o tres años. Saber cómo actuar ante una persona que ha sufrido una parada cardiorrespiratoria puede ser la diferencia entre salvar una vida o ver a alguien morir a nuestros pies. Estos preadolescentes tienen a veces ideas muy vagas del trabajo diario de una enfermera, aunque haya una enfermera en el centro escolar, que no es algo por desgracia generalizado. Lo más repetido es que curan o ponen inyecciones, pero sólo en una sesión de sesenta minutos, la mayoría se da cuenta de que hay enfermeros en muchos lugares que visitan con frecuencia y se acumula gente y, sobre todo, que les pueden ayudar a llevar una vida más sana e incluso ayudar a sus padres a abandonar hábitos perniciosos. “La teoría se la saben bien, que no se debe fumar, beber, que la bollería industrial es para contadas ocasiones, aunque no siempre pongan en práctica esto último”, asegura el enfermero Pablo Cendán.
La visita de Pablo Cendán y Miguel Sánchez, enfermeros que están completando su formación para ser expertos en Urgencias y Emergencias, se enmarca dentro del programa Cuidate Plus, una iniciativa del grupo Unidad Editorial (El Mundo, Marca, Expansión, Diario Médico…) para fomentar una sociedad más sana y comprometida con su propia salud. El Consejo General de Enfermería –en colaboración en esta acción con la Escuela Internacional de Ciencias de la Salud– forma parte activa de este proyecto y ha enfocado su aportación hacia la educación de los menores.
Las primeras charlas se han llevado a cabo en los Colegios Públicos Concepción García Robles y La Zarzuela, de las localidades madrileñas de Villaconejos y Torrejón de Ardoz. Las sesiones están presididas por el buen humor y la participación de los menores, ya que se fomenta que el aprendizaje se haga como un juego y de forma más que amena. Un momento muy especial es la presencia de “Paco” un muñeco de simulación con el que los niños practican el masaje cardíaco. Lo principal es que los pequeños sepan que la prioridad es dar la voz de alarma a los servicios de emergencia llamando al 112 o buscando un adulto si carecen de teléfono. Mientras llegan la ambulancia con ayuda profesional, ellos pueden atender al paciente, comprobar sus constantes para informar a los sanitarios y, por supuesto, estimular la circulación mediante el masaje cardíaco. Para que el ritmo de las presiones en el esternón sea el adecuado, Miguel y Pablo les proporcionan unos “trucos” muy interesantes, como puede ser recurrir a canciones de sobra conocidas por los chicos. Las sintonías de Star Wars, los dibujos de Bob Esponja o la archifamosa Macarena de los del Río son muy adecuadas para controlar el ritmo de las compresiones.
“Los niños han estado muy atentos y lo han pasado bien. Quizá no comprenden la utilidad de esta formación, pero hace poco tiempo leí la noticia de que en un centro de Cáceres dieron unas clases similares a estas a chicos un poco más mayores. En ese momento no tuvo más trascendencia, pero muy poco tiempo después un compañero se paró en clase y todos los alumnos sabían cómo actuar y consiguieron salvarle la vida. También me ha sorprendido que sepan enumerar tantas enfermedades crónicas. Este tipo de formación debería ser obligatoria, bien impartida por la enfermera escolar o por enfermeros que acudamos al centro”, comenta Miguel.
ARTÍCULOS RELACIONADOS
Prevención y educación para la salud en Madrid de la mano de la enfermería