ÁNGEL M.GREGORIS.- Jugar, disfrutar, nadar, correr y saltar son los principales cometidos de los niños durante el verano. En definitiva, pasárselo bien, de una u otra manera, siempre y cuando hayan aprobado todas las asignaturas en el colegio. Durante la temporada estival, son muchos los padres que deciden mandar a sus hijos a campamentos para que se diviertan con la compañía de otros niños y realicen actividades lúdicas dirigidas por monitores expertos.
Y aunque las vacaciones son el gran momento para relajarse después de todo el curso escolar dedicado al estudio no hay que bajar la guardia en cuanto a seguridad y prevención de accidentes se refiere, ya que el ocio y el calor muchas veces están ligados con pequeños percances como caídas, cortes, dolores de cabeza o mareos, entre otros. Para velar por la seguridad de los menores en estos campamentos, algunos tienen una enfermera que pueda atender los posibles problemas que vayan surgiendo y, además, fomentar la educación para la salud entre los más pequeños.

La enfermera Sonia del Río, durante el campamento de niños asmáticos y alérgicos, curando a una de las menores
A pesar de que cada vez son más los campamentos que empiezan a incorporar la figura de la enfermera como una parte esencial del equipo de trabajadores, todavía hay una gran mayoría que no cuentan con estos profesionales en su plantilla, sobre todo en aquellos con menores sanos. Al contrario, en los que se organizan con niños que tienen necesidades especiales, los enfermeros han logrado hacerse un hueco imprescindible cerca de los pequeños, ayudándoles, apoyándoles, siendo uno más de ellos y, sobre todo, subsanando los incidentes que tengan.
Contratiempos
“En cualquier lugar con niños puede ocurrir algún contratiempo y si no hay una enfermera, no tienes cubierta la primera asistencia”, afirma Laura Carretero, enfermera del campamento que realizó la Asociación de Diabéticos de Madrid en 2014 en Murcia. Alejandro Nespral, enfermero del campamento que organiza el Consejo Gallego de Enfermería en la estación de montaña de Manzaneda (Orense), considera “muy oportuna esta atención y más cuando estamos en un lugar como este, que se encuentra un poco alejado del primer centro de salud”. “Son muchos niños y tenemos que tener cuidado porque pueden sufrir caídas, alergias o accidentes que hay que atender”, resalta Nespral.
Sin enfermera no está cubierta la primera asistencia»
En esta misma línea, Nuria Medina, enfermera del campamento que la Sociedad Española de Reumatología organiza en Brunete (Madrid), considera que es imprescindible que haya un equipo sanitario para hacer una valoración de la situación y derivar o no a un hospital. “Me imagino que nuestra presencia también dará mucha tranquilidad a los padres y lo valorarán muy positivamente”, manifiesta Medina, que junto al médico Carlos López y al fisioterapeuta Fernando Vicario se encargan de dar los cuidados oportunos a más de 40 niños de entre 8 y 14 con enfermedades reumáticas. La importancia de la enfermera es tal, que cuando algún niño de otro campamento situado en el mismo recinto sufre algún percance, son ellas finalmente las que acuden a ver qué le ha pasado y a proporcionarle la cura necesaria.
“Cada vez se está viendo que los niños tienen más enfermedades, alergias, etc. y hay que tener un control más exhaustivo. Por este motivo, el papel de la enfermería y que haya un profesional como ellos que monitorice o supervise este tipo de acciones es primordial”, apunta Carlos López.
Emergencias
Alicia Páez, enfermera de Urban Camp, en Las Rozas (Madrid), aboga por contar con ellas para estos campamentos, sobre todo en los que hay muchos niños como en el que trabaja ella. “Estamos en una finca enorme y hay incidencias todos los días. En Urban Camp hay unos 400 niños y, obviamente, es necesario que haya una enfermera porque hay una gran probabilidad de que ocurran pequeños accidentes”, destaca Páez.
Los niños me decían que menos mal que hay enfermera»
Además de dar más seguridad a los padres, muchos niños también se sienten más protegidos cuando la enfermera
les acompaña en sus días de vacaciones. Así, María José Granero, enfermera que trabajó en el campamento de la Federación Española de Padres de Niños con Cáncer en 2014 en Águilas (Murcia), recuerda como estos se acercaban y le decían que “menos mal que había una enfermera” con ellos por si les pasaba algo.
En este encuentro, que este año se ha celebrado en Almudévar (Huesca), se reúnen unos 50 adolescentes con cáncer de entre 14 y 18 años, algunos de ellos con secuelas derivadas de la enfermedad o los tratamientos. Para estos chavales, “es muy importante que podamos revistar la medicación y atender sus necesidades sin que tengan que desplazarse
a un hospital porque sacarles del entorno supone un trastorno no sólo para ellos, sino también para el resto de compañeros que se preocupan”, comenta Granero.

La enfermera Fuensanta Gómez, dando una clase de bombas de insulina en el campamento de niños diabéticos
Unión
La unión entre iguales hace que los más pequeños entiendan mejor su enfermedad y comprendan que hay más niños como ellos. “Aunque en el caso de los niños con cáncer ya se relacionan con otros menores durante sus ingresos en el hospital, un campamento al aire libre con gente que tiene sus mismos problemas les hace no verse extraños”, subraya Carmen Granero.
En este sentido, Sonia del Río, enfermera del campamento que organiza la Sociedad de Madrid Castilla La Mancha de Alergología e Inmunología, apuesta muy fuerte por este tipo de campamentos porque, “por un lado, los niños ven que pueden participar en un campamento totalmente normal y, además, comprenden que hay otros niños con la misma enfermedad y no pasa nada”. “Nosotros aprendemos de ellos y ellos de nosotros. En los hospitales tenemos consultas muy cortas, de 10 minutos cada seis meses, así que este campamento nos permite estar 24 horas con ellos y podemos hacer mucha educación para la salud”, puntualiza Del Río.
Estos campamentos hacen que no se vean extraños»
Además de los campamentos específicos, la enfermería también apoya un modelo de integración, en el que convivan niños con necesidades especiales y niños sanos. Laura Carretero recuerda cómo en una ocasión estuvo en uno de estos campamentos en los que compartían experiencias menores con síndrome de down, niños en silla de ruedas y otros sin necesidades especiales. “Cuando ellos ven que tratamos a todos igual y que no hay diferencias entre unos y otros, intentan imitarte y normalizan mucho la situación, resalta Carretero.
Actividades
“Estos campamentos son muy especiales porque realmente vemos a niños que les cuesta hacer algún tipo de actividad, pero a la vez otros que enseguida están dispuestos a echar una mano y siempre están pendientes de todo”, detalla Olaya Rodríguez, enfermera en el campamento que organiza la ONCE. Unos 70 menores con y sin discapacidad visual participan en este campamento, en el que Rodríguez lleva siendo la enfermera 12 años y hace unos cuantos se formó también como monitora porque “si sólo estuviese de enfermera, intervendría en momentos puntuales, pero así puedo estar todo el día interactuando con los niños y participo activamente en los juegos”.
Siempre hay niños dispuestos a echar una mano»
En el campamento de la ONCE, celebrado en Valdemorillo (Madrid), al haber niños ciegos, la organización intenta que las actividades que realizan no sean demasiado visuales y estos siempre van con una persona de guía. “En alguno de los juegos, les ponemos antifaces a todos los niños para que se metan en la piel de una persona que no ve. Les gusta bastante esta actividad porque se dan más cuenta de las limitaciones del resto cuando lo prueban ellos mismos”, recalca Olaya Rodríguez.
Supervisión
Aunque estos campamentos están diseñados para niños con necesidades especiales, esta característica no impide a los menores realizar todo tipo de actividades y poder participar en todos los juegos. “Intentamos que hagan lo mismo que en otros campamentos. Sí es cierto que nosotros supervisamos todas las actividades por si hubiese algún ejercicio que pudiese ser contraproducente en función de la patología de cada uno, pero en general hacen una vida completamente normal”, destaca Fernando Vicario, el fisioterapeuta del campamento de reumatología.
Lo mismo pasa en el campamento de niños asmáticos y alérgicos, tal y como cuenta Paula Sánchez, alergóloga. A pesar de la patología que tienen estos niños, practican multiaventura, escalada, tiro con arco, juegan al fútbol y hacen una marcha andando de casi cuatro horas. En general, lo más frecuente es que las enfermeras tengan una labor asistencial y su función sea la de ofrecer los cuidados pertinentes a los niños, pero en algunas ocasiones la educación para la salud también está incluida dentro de las actividades del campamento y se organizan clases especiales para que los niños aprendan más sobre su enfermedad.
Por ejemplo, en la Asociación de Diabéticos de Madrid, cada dos días se hacen sesiones organizadas por el equipo sanitario en las que se habla de diferentes temas durante 80 minutos. Los profesionales tratan sobre asuntos como las insulinas, las hipoglucemias, situaciones especiales que les pueden pasar, etc.
Charlas teóricas
En un principio se hacían charlas teóricas con diapositivas y algo de práctica, pero el año pasado se decidió incluir el juego para llevar a cabo estas conferencias. “Pusimos en marcha el lema de ‘aprender jugando’, porque así se les quedan mucho mejor las cosas. Hemos medido resultados y han sido muy positivos”, afirma Laura Carretero.
La enfermera defiende estos encuentros porque “la educación para la salud es muy valiosa para pacientes con crónicos, pero más aún en niños”. “Hay algunos que al principio del campamento no distinguen la insulina rápida o lenta, o que les cuesta saber qué alimentos tienen hidratos y cuáles no, y al final ya lo han aprendido”, resalta.
La educación para la salud es muy valiosa aquí»
Lo mismo ocurre con el campamento de niños asmáticos, en el que la enfermera también tiene una función asistencial y otra educativa. “Hacemos una hora de educación sanitaria que está enfocada para que cada día se hable de un tema, desde cómo se utilizan los inhaladores, hasta reconocer alérgenos o aprender sobre alergias alimentarias”, destaca Sonia del Río.
Alergias
Además, Del Río se encarga de que los niños que sufran alergias a alimentos tengan siempre un menú alternativo y de que eviten lo que no pueden comer. “Los niños con alergia comen en la misma mesa y cada uno lleva una ficha individual en la que se especifica su patología. Ellos son los primeros que entran y nosotros estamos pendientes durante toda la comida”, destaca Del Río, que considera que el comedor es un momento crítico porque son muchos niños y muchas alergias.
Más allá de ser un trabajo, cuando estos campamentos concluyen y tras haber pasado las 24 horas del día con los niños, el vínculo que se crea entre estos y los enfermeros es mucho mayor que el que llegarían a tener nunca en una visita al centro de salud. “Los niños me han enseñado que son transparentes y que en el momento que abres un poquito la puerta y les das confianza, te cuentan y aprenden muchísimo, ellos y nosotros”, reconoce Sonia del Río.
El comedor es un momento crítico por las alergias»
Tras 12 años en el campamento de la ONCE, Olaya Rodríguez reconoce que estos niños son un ejemplo de lucha y superación y que una vez que empiezas a trabajar con ellos, aprendes a ayudarlos de otra manera y a conocerlos .
Emoción
Laura Carretero recuerda cómo uno de los momentos más especiales que ha vivido como enfermera en un campamento cuando, entre todos, metieron en la piscina a un niño que estaba en silla de ruedas y él se puso a llorar de la alegría. “Este niño jamás había estado en la piscina y yo nunca habría podido vivir esa emoción si no hubiese sido enfermera en un campamento”, apunta.
Intentamos que hagan lo mismo que en otros campamentos»
Para María José Granero, trabajar con niños con cáncer es una experiencia a nivel personal fabulosa y enriquecedora. “Son niños que hablan del cáncer como quizás muchos de nosotros no podríamos hacerlo, tienen conversaciones distintas a las de otros adolescentes y como profesional te sientes útil más allá de que te estén pagando por tu trabajo. La enfermería es muy bonita y estar toda la semana en un campamento como este te enseña a ver las cosas de otra manera”, concluye.