D. RUIPÉREZ / A. ALMENDROS.- Amaia Fernández, coordinadora de los proyectos de Enfermeras para el Mundo (EPM) para Marruecos, analiza y destierra tópicos sobre la situación de la mujer en el país vecino con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

¿Cuál es la realidad a día de hoy de la mujer en Marruecos?
Para entender la realidad de la mujer en Marruecos creo que hay que fijarse un poco en el estatus de la familia y la sociedad. En las últimas tres décadas ha habido una evolución notoria a nivel del acceso de la mujer a los servicios de salud, de la educación, al ámbito del empleo… La familia se ha reducido de mucho más extensa a otra mucho más nuclear. En cambio, parece que la situación se ha estancado. Por ejemplo: acceden a la educación, pero no terminan los estudios de primaria, hay más problemas para acceder a la educación secundaria, en el ámbito laboral sí que han accedido a determinados puestos de trabajo, pero suelen ser sectores altamente feminizados, precarizados y muy informales. Y, sobre todo, la violencia contra las mujeres es un problema evidente.

El problema del maltrato lo vemos, por desgracia, casi a diario en las noticias, pero tiene muchas caras, ¿cuál es la situación en Marruecos?
El 62% de las mujeres ha sido víctima de violencia en Marruecos, es decir, una de cada seis mujeres sufre algún tipo de violencia. Esto se extrae del primer, y único estudio a nivel nacional entre 2009 y 2010.

¿Qué tipo de violencias son más comunes?
La que tiene mayor incidencia es la psicológica (el 48% de la violencia), seguida de la física, la sexual y otros tipos. El 55% de los casos se ejerce en el matrimonio y el resto fuera del mismo. Teniendo en cuenta que, en Marruecos, las relaciones fuera del matrimonio están prohibidas y penadas por ley chocan mucho estas cifras. Además, existe una violencia que nos queda un poco lejos pero que en Marruecos es una realidad y es la violencia contra las niñas cuando se las obliga a casarse a una edad muy temprana. Suele ocurrir en zonas rurales aisladas donde las familias pobres hacen acuerdos con las autoridades locales, sin ningún acto de matrimonio social.

¿En niñas de qué edades se lleva a cabo esto?
En chicas muy jóvenes, de 14, 15… Tienen que casarse antes de los 18 años. Si superas la mayoría de edad y no estás casada, la familia considera que ya no eres una buena mujer. El problema que existe es que al ser matrimonios “orales” que no están regularizados, si tienen hijos y el marido desaparece, por ejemplo, quedan desamparadas ante la ley porque esos niños han nacido fuera del matrimonio. Ahí, existe una desprotección jurídica importante. Además, las mujeres solteras sufren mucha violencia a nivel laboral. Existe un término que es “Petites Bonnes” que se refiere a una especie de criadas, que son niñas que van a trabajar a la ciudad, a casas de personas pudientes, y son objeto de esclavitud a ese nivel. También hay otro fenómeno más conocido en nuestro país donde se produce violencia a nivel laboral y económico como son las temporeras de la fresa que viajan a España

En ese caso interviene España, con lo cual tendría que haber una protección de las leyes por parte de las leyes españolas, ¿no?
Hay unos acuerdos entre Marruecos y España a nivel laboral para traer a las mujeres que luego vuelven a su lugar de origen, pero que no se respetan en la práctica.

¿Cómo actúa el gobierno marroquí para intentar acabar con estas estadísticas tan escalofriantes?
Se refleja una clara voluntad en favor de la igualdad entre géneros y frente a la violencia que se ejerce contra la mujer. Marruecos en general sí que ha participado en todas las conferencias internacionales por la mujer y ha ratificado los grandes acuerdos en favor de la igualdad entre el hombre y la mujer. A nivel nacional, Marruecos elaboró una nueva constitución en plena Primavera Árabe donde se consagra el principio de igualdad entre hombres y mujeres. Este año se ha proclamado, por fin, una controvertida ley contra la violencia de las mujeres que se empezó a elaborar en 2013 con mucha polémica porque las asociaciones veían que era una ley no muy avanzada. Lo que ocurre es que esta ley es bastante ambigua. Por un lado, sí que penaliza la violencia en el espacio público, pero sin embargo no queda muy claro estos actos dentro del matrimonio, no se reconoce la violencia sexual… Pero también hay avances: el hombre está obligado a pagar una pensión a los hijos e hijas del matrimonio y se prohíbe los matrimonios infantiles, por ejemplo, aunque sigue haciendo, con lo cual hay una cierta ambigüedad en lo que es la teoría y la práctica.

¿Qué proyectos estáis llevando a cabo desde EPM en este país?
En Marruecos llevamos trabajando desde 2006, pero en concreto en la lucha contra la violencia de las mujeres lo hacemos desde 2011. Fue una demanda de las instituciones públicas, del Ministerio de Salud, de la sociedad civil y, sobre todo, la evidencia de la situación. Damos apoyo institucional a través del refuerzo de capacidades del personal gestor, que es quien decide aplicar las políticas públicas y de los profesionales que son las que las aplican a diario. También trabajamos en la elaboración de circuitos y protocolos para la atención de las mujeres víctimas de la violencia. Con la sociedad civil tratamos la incidencia política, la sensibilización, sobre todo, entre la población más joven y hombres para que haya un cambio de actividades y prácticas a ese nivel. Y, además, trabajamos el empoderamiento, sobre todo, de las personas clave en las diferentes comunidades para que lancen mensajes en contra de la violencia.