D. RUIPÉREZ.- Aunque sea una escena recurrente en algunas películas, las posibilidades de que a una persona se le detenga el corazón mientras practica sexo son mínimas. Así lo demuestra un estudio presentado en las sesiones científicas de la Asociación Americana de Cardiología lo que puede aportar luz en el debate sobre si la actividad sexual –y el esfuerzo físico que requiere- es recomendable o, por el contrario, debe evitarse en pacientes con elevado riesgo cardiaco.

Para llegar a sus conclusiones, los investigadores han examinado 4.557 casos de personas adultas que sufrieron un paro cardiaco entre los años 2002 y 2015 en una comunidad del noroeste de Estados Unidos. De los casos analizados sólo 34 de ellos tuvieron lugar durante o en la hora posterior al acto sexual, el 94 por ciento afectó a varones. Esto implica que uno de cada cien infartos en hombres guarda relación con la actividad sexual, pero sólo uno de cada 1.000 de los que afecta a mujeres tiene su origen en la práctica del sexo. Otro dato relevante es que, a pesar de que el paro cardiaco se produjo, evidentemente, en presencia del compañero de cama, sólo en una tercera parte de los casos se le aplicó a la víctima masaje cardiaco.

El autor principal de la investigación, el finlandés Aapo Aro del Instituto de Cardiología Cedars-Sinai de Los Ángeles (EE.UU.) explica a diarioenfermero.es que “se sabe que el ejercicio físico puede desencadenar el paro cardiaco repentino. Esto puede suceder, por ejemplo, al disparar la taquicardia ventricular o la fibrilación ventricular en un corazón vulnerable, o al inducir una isquemia miocárdica en un paciente con enfermedad coronaria. La actividad sexual implica esfuerzo físico, pero no se conoce si algún otro mecanismo puede actuar asimismo como un desencadenante”.

“Es posible -añade- que en estos sujetos cualquier otra actividad o tipo de ejercicio podría causar también el infarto y además vemos que es muy infrecuente y sucede en individuos con enfermedades cardiacas previas y graves. Afortunadamente, la actividad sexual es, en la mayoría de los casos, una práctica segura para el corazón”