ÁNGEL M. GREGORIS.- Llegar a Shanghái es llegar a una ciudad de contrastes. El río Huangpu la divide en dos partes muy diferentes. El Bund, la zona más tradicional, y el Pudong, con rascacielos que bien podrían enmarcarse en el municipio neoyorquino de Manhattan.
A cinco horas y media en tren desde Pekín, Shanghái conserva el aire británico que adquirió tras la Primera Guerra del Opio, en 1842, cuando varias zonas de la ciudad quedaron bajo concesión inglesa, francesa y estadounidense. Prueba de ello son los edificios de la aduana, cuya torre y reloj fueron construidos en Inglaterra, y el Banco de Hong Kong y Shanghái. Esta zona, conocida como el ‘Wall Street de Oriente’, cuenta también con una réplica exacta del toro de Wall Street. La estación meteorológica, el monumento a los héroes de Shanghái y la plaza financiera completan este paseo de más de dos kilómetros desde donde se pueden conseguir las mejores fotos del skyline de la ciudad.
Miles de turistas se agolpan a diario en la valla que separa esta zona del río para hacerse con la instantánea soñada, esa que inmortaliza los grandísimos rascacielos. Y aunque hay un río de por medio, sólo una parada de metro separa el Bund del Pudong. Subir las escaleras mecánicas de la estación de Lujiazui es encontrarse en otro mundo. La Perla de Oriente, el edificio más famoso de la localidad, se impone ante un entramado perfecto de construcciones gigantes. Nada parece indicar que seguimos en China, porque, a pesar de que Shanghái no deja de ser una ciudad del gigante asiático, no tiene nada que ver con lo que se puede esperar del país.
Vistas
La Perla de Oriente ofrece unas vistas de la ciudad obligatorias para todos aquellos amantes de la altura. A 263 metros se encuentra el mirador principal, que cuenta con una cristalera tanto frontal como en los pies y que permite disfrutar de una panorámica completa. Como no hay límite de tiempo de permanencia en la zona más alta de la torre, es habitual ver a decenas de personas intentando hacerse la foto más divertida. Otros, sin embargo, contemplan el mirador con miedo, bien por vértigo o por angustia.
Aunque el mirador de la Torre Jin Mao, con 340 metros de altura, y el del Shanghai World Financial Center, con 474 metros, son mucho más altos, ninguno ofrece tanta diversión como la Perla, que además cuenta con un miniparque de atracciones para los más pequeños en su esfera inferior.
![Miles de ciudadanos acuden diariamente a los templos de la ciudad a rezar. Imagen: David Cubero Gimeno](https://diarioenfermero.es/wp-content/uploads/2016/04/Shanghai7-200x300.jpg)
Miles de ciudadanos acuden diariamente a los templos de la ciudad a rezar. Imagen: David Cubero Gimeno
Más allá de estas dos partes de la ciudad, adentrarse por sus callejuelas hace que el turista vuelva a la realidad. Sí, esto es China y no todo es luz y color. Alejándose de allí es donde comienzan los contrastes. Ese contraste que te deja fotografiar casas bajas y oscuras en un primer plano, escoltadas por los grandísimos rascacielos de fondo. O ese que hace que puedas ver las boutiques de moda más caras del mundo y unos metros más allá tiendas pequeñas y mucho más modestas.
Edificios
Y hablando de contrastes, uno de los más espectaculares es el que ofrece la Plaza del pueblo, centro administrativo de Shanghái, rodeada de edificios, con el Jardín y el Mercado Yuyuan. Este jardín es uno de los mejores sitios de la ciudad para relajarse. En medio de tanto caos y rascacielos, Yuyuan ofrece estanques y una vegetación exuberante donde pasear y perderse entre la maraña de turistas, que, por supuesto, también abarrotan este lugar.
Muy cerca de la Plaza del Pueblo se enmarcan los dos templos budistas más importantes de la ciudad. El del Buda de Jade, con una figura de Buda de dos metros de altura, decorada con piedras semipreciosas, y el de Jing’An, que aun siendo menos famoso que el otro resulta mucho más imponente y vistoso.
Para los amantes de la historia, el barrio de Xintiandi les regalará una visita inolvidable. Allí se encuentra la casa donde se celebró el Primer Congreso Nacional del Partido Comunista Chino y entre los atractivos actuales que se pueden visitar se encuentra la habitación en la que Mao Zedong y los delegados procedentes de todo el país se reunieron en 1921 para fundar el partido. El museo permite ver las fotos de los asistentes, las bases del partido o cuál fue la agenda que siguieron durante la celebración del congreso.
Moderna, vanguardista, cosmopolita y demasiado occidental. Así es Shanghái, la ciudad más poblada de China, tanto de habitantes como posiblemente de turistas. Porque pasear por sus calles es cruzarte con europeos, americanos, y sí, también con muchos asiáticos. China tiene algo especial y los contrastes que ofrece Shanghái lo hacen muchísimo más especial.