ÁNGEL M. GREGORIS.- Castillos medievales, palacios de ensueño, mansiones encantadas, jardines de cuento… Bien podríamos estar refiriéndonos a la última película de Disney, pero no. Sintra, a tan sólo 30 kilómetros de Lisboa (Portugal), reúne todos los detalles para ser el escenario de una preciosa historia de princesas, caballeros y madrastras. Esta pequeña villa portuguesa concentra algunos de los tesoros arquitectónicos más bonitos del país vecino, convirtiéndose toda ella en una joya Patrimonio de la Humanidad desde 1995.

Palacio Da Pena, en Sintra (Portugal). Imagen: David C. Gimeno

Palacio Da Pena, en Sintra (Portugal). Imagen: David C. Gimeno

Por su colorido y singularidad, el Palacio da Pena es uno de los monumentos más visitados del municipio a pesar de encontrarse en la colina más alta de Sintra para poder ser divisado desde cualquier punto del parque. La que fue residencia de la familia real portuguesa durante el siglo XIX tiene expuesto a día de hoy algunas de las estancias en las que dormían y vivían los monarcas. Sus jardines, también abiertos al público, albergan más de quinientas especies arbóreas de todo el mundo y brindan uno de los paseos más naturales del lugar.

Castillo

Muy cerca del Palacio se encuentra el Castillo de los Moros, una fortificación militar erigida aproximadamente en el siglo X por las poblaciones musulmanas que ocuparon la Península Ibérica. En la actualidad, el castillo como tal es un simple monumento turístico, que puede recorrerse a pie y desde el que es posible obtener algunas de las mejores vistas de la zona. Como curiosidad, y para los amantes de la historia, la fortaleza expone las banderas de Portugal desde su fundación hasta nuestros días. La actual (1910), como es de imaginar, se ubica en la torre del homenaje, la más importante de la visita.

Impresionante es también la Quinta da Regaleira. Fue la residencia de veraneo de la familia Carvalho Monteiro y tanto en su interior como en los jardines se disfruta de algunos de los espacios más enigmáticos de la villa. Un recorrido subterráneo une diversos puntos de la finca, entre ellos la capilla y el palacio, al que se puede acceder a través de la cripta. El pozo iniciático es, quizás, el punto más mágico de la ruta. Con cerca de 27 metros de profundidad, se plantea como un espacio de consagración,

Castillo de los Moros, en Sintra (Portugal). Imagen: David C. Gimeno

Castillo de los Moros, en Sintra (Portugal). Imagen: David C. Gimeno

de connotaciones alquímicas, donde se intensifica la relación entre la Tierra y el Cielo. Para entrar en él se puede hacer a través de una escalinata en espiral o bien desde las grutas creadas en el subsuelo.

Palacio Nacional

El Palacio Nacional, situado en el centro histórico de la ciudad, es otro de los monumentos más antiguos de Sintra. Construido durante la ocupación musulmana, pasó a manos de la corona a partir de 1147 durante la conquista de Lisboa por el primer Rey de Portugal, Alfonso Henriques.

El Palacio de Monserrate, el Convento de los Capuchos, el Palacio de Queluz y el chalet y jardín de la Condesa son ejemplos también del número de monumentos que se pueden visitar en la localidad. Sintra ha conseguido con el paso de los años una simbiosis perfecta entre la mano del hombre y la naturaleza, logrando algunos de los parajes más espectaculares de Portugal. Conocerlo entero bien cuesta dos o, incluso, tres días, pero en sólo unas horas podemos darnos cuenta de las maravillas que alberga. Para moverse entre los distintos monumentos lo mejor es informarse sobre los autobuses porque a pesar de que las distancias no son muy largas entre unos y otros, al estar todo construido en cuestas y con jardines entre medias, en algunas ocasiones se

Pozo iniciático, en la Quinta da Regaleira, Sintra (Portugal). Imagen: David C. Gimeno

Pozo iniciático, en la Quinta da Regaleira, Sintra (Portugal). Imagen: David C. Gimeno

hacen bastante inaccesibles a pie, llegando a costar más de una hora de camino un trayecto que está a tan sólo 600 metros en línea recta.

Dulces típicos

Más allá de palacios y mansiones, las calles del casco histórico también merecen un paseo. Si en Lisboa no te puedes marchar sin probar los pasteles de Belém, en Sintra hay que hacer lo propio con los travesseiros y las queijadas, dos dulces típicos de esta villa que se pueden degustar en todas las pastelerías de la zona, pero que tienen una fama especial en A Piriquita, muy cerca del Palacio Nacional.

Como todo lo que tiene fama y se explota para el turismo, en temporada alta, la villa puede resultar un poco agobiante para visitas. Largas filas de espera en todos los monumentos y enormes aglomeraciones una vez dentro es la peor cara de esta moneda llamada Sintra.