ANA MUÑOZ.- Un equipo de enfermeras del Hospital Gregorio Marañón de Madrid ha liderado un estudio que analiza si la hiponatremia -o bajo nivel de sodio en sangre- actúa como un factor de riesgo de caídas entre la población mayor de 65 años que se encuentra hospitalizada. La conclusión es clara: sí influye, y lo hace hasta el punto de que los pacientes mayores con hiponatremia tienen un 3,7 por ciento más de posibilidades de sufrir una caída. La investigación se ha llevado a cabo entre más de 200 pacientes de ambos sexos, mayores de 65 años y hospitalizados, y su importancia radica en que justificaría la inclusión sistemática de la hiponatremia en los protocolos de prevención.
«Las escalas suelen recoger factores de riesgo mediombientales y físicos, por ejemplo: la movilidad del paciente, si presenta confusión mental, si lleva un calzado adecuado, si dispone de asideros, si el suelo es deslizante, si hay objetos por medio con los que puede tropezar… Y mientras, se consideraba la hiponatremia como asintomática», explica Carmen Lobo, enfermera supervisora del Centro de Especialidades de Moratalaz (Madrid) y directora del estudio. «Sin embargo, estudios recientes han demostrado que sí produce síntomas que pueden pasar desapercibidos o acharcarse a otras causas, como la confusión mental, la debilidad o las alteraciones de la marcha. Esos hallazgos son los que nos motivaron a hacer el estudio».
Lobo considera que la necesidad de este tipo de estudios se fundamente, sobre todo, en la prevalencia del problema de las caídas entre pacientes hospitalizados: «Suponen un efecto adverso, un problema de seguridad que se traduce no sólo en un aumento de la morbimortalidad de los pacientes y, por consiguiente, de los costes de hospitalización, sino, lo que es más importante, en elevados costes personales. Los sufren los pacientes y sus familias y no sólo a causa de las lesiones inmediatas, sino de las limitaciones que una caída puede provocar a largo plazo». Se trata, en resumen, de una realidad que las enfermeras afrontan cada día. «En el Hospital Gregorio Marañón de Madrid tenemos incluso comisiones para la prevención de caídas, es decir, dedicamos mucho tiempo a estudiar cómo prevenirlas, y el apoyo de la Dirección de Enfermería ha sido esencial par el desarrollo de estas investigaciones», asegura la directora del estudio.
Aunque a su juicio «es difícil prevenir la hiponatremia», lo que sí pueden hacer las enfermeras dentro de su ámbito de actuación y sus competencias es «detectarla inmediatamente, porque los pacientes hospitalizados tienen controles analíticos frecuentes y la enfermera, como parte de sus cuidados, siempre revisa esas analíticas. Por lo tanto, si detecta hiponatremia y conoce que eso eleva el riesgo de caída, puede elevar la alerta».
De momento, los resultados de este estudio ya han abierto la puerta a futuras investigaciones. En este sentido, Lobo destaca que el trabajo se ha focalizado en los pacientes hospitalizados «porque es el ámbito en el que nos movemos los integrantes del grupo de trabajo, pero es probable que las conclusiones se pudieran transferir también a la actividad en Atención Primaria. También nos preguntamos qué pasaría si se instaurase un tratamiento de la hiponatremia, si eso reduciría el número de caídas. Actualmente estamos trabajando en un proyecto para dilucidar eso, precisamente».