DAVID RUIPÉREZ.- En la sala de conciertos Aperitoche en Las Rozas (Madrid) nos recibe Jorge Cordero, un enfermero especialista en Enfermería del Trabajo que dirige los servicio médicos de la Universidad Europea de Madrid. Recientemente ha sacado su primer disco que se llama “A destiempo”, un trabajo con toques de Los Secretos, Antonio Vega o Loquillo donde este enfermero se expresa en libertad a través de su otra pasión, la música.
Jorge Cordero, Sr. Cordero como nombre artístico, ¿Qué es antes, qué es primero, la música o la enfermería? ¿Cómo llegas a esa duplicidad de vocaciones?
Lo primero fue la música, siempre fue una pasión que tuve, desde muy pequeño empecé a tocar la guitarra. Siempre he sido muy autodidacta. Empecé a hacer solfeo y cuando me dijeron que eligiera un instrumento tuve que decir que no, porque no sabía tocar nada y en ese momento me puse a tocar la guitarra. Empecé a tener grupos, a dar conciertos, a componer canciones… Y a la par cuando estaba planteándome qué carrera hacer mi primera idea fue estudiar Medicina. Para decidirme hice un voluntariado en el Hospital de San Rafael durante cinco años en el Proyecto Hombre cuidando a niños. Y ahí me di cuenta que la gente que realmente estaba en contacto con el paciente y que hacía lo que a mí me apasionaba, que era cuidar al paciente, eran los enfermeros. Era lo que me a mí me apasionaba y por eso decidí hacer enfermería.
Me di cuenta de que la gente que realmente estaba en contacto con el paciente y que hacía lo que a mí me apasionaba, que era cuidar al paciente, eran los enfermeros”.
Compaginas ambas cosas porque tocas aquí y en otros sitios, quiero decir que la música es algo más que un hobbie…
Estuve con varios grupos y hace cinco años hubo un punto de inflexión cuando decidí dejar el último grupo y ponerme ya por mi cuenta. Pensé, puede que ya se acabe todo y que realmente sea solo un hobbie, o puede que la cosa funcione. Empecé a dar conciertos, a la gente le gustaba, me contrataban para eventos, para fiestas particulares y fue creciendo el tema y ya no fue solo un hobbie. En ese momento fue cuando me planteé componer el disco y grabarlo para tener también algo. Para cerrar una etapa y abrir otra nueva.
¿Qué supone para ti componer? ¿Tiene relación con la enfermería, plasmas en tus canciones tus experiencias profesionales?
Para mí componer es un ejercicio vital, es como el psicoanálisis. Cuando uno compone y saca fuera algo, que ni siquiera te lo estás planteando, escribes y lo que va saliendo vas viendo que realmente es lo que estás sintiendo en esos momentos. Cada momento que tú vives lo plasmas en una canción y eso es lo que hace que las canciones sean verdaderas y que lleguen a la gente. Si tú cantas algo solo porque quede bonito no sirve. Yo cuando veo que hay canciones que ve que estoy forzando frases las dejo y las aparto. Normalmente yo no puedo estar más de una o dos horas componiendo un tema porque como vea que me bloqueo lo tengo que apartar. Tiene que ser algo muy automático. Al final, todo eso sí que se queda reflejado en lo que tú haces. Es un ejercicio que cuando acabas respiras y es como si te hubieras quitado un peso de encima y eso te hace evolucionar y avanzar.
Hay muchas enfermeras que escriben libros y la enfermería les sirve de inspiración y otras que utilizan la vocación literaria para romper, para hacer un paréntesis, poder respirar, y volver con más fuerza a su trabajo. La enfermería es una profesión muy exigente y de mucha responsabilidad te exige estar al cien por cien y eso también es duro… ¿Qué es para ti la música, un analgésico?
A mí la música me ha dado la vida, es poder hacer ese “break” para poder coger fuerzas y poder seguir. Todos sabemos el desgaste que hemos tenido con el tema del COVID. Yo toco todos los miércoles en esta sala Aperitoche, y para mí el venir aquí a romper con todo, me cambia la semana. El jueves vuelvo con otra fuerza a trabajar. Es como un analgésico pero que no te adormece, te despierta, te hace estar activo y te da una energía brutal. Yo empecé a hacer esto los miércoles, a pesar de que es un día que viene poca gente, para poder cantar mis canciones, poder descansar y desfogarme y tener ese chute de energía a mitad de semana.
Actuar a mitad de semana me da un chute de energía”.
Eres especialista en Enfermería del Trabajo, ¿qué te lleva a ese puesto de trabajo en la Universidad y cómo lo describirías?
Llegué a la especialidad porque empecé con esa experiencia en Ikea de Alcorcón como enfermero del Trabajo. En la Concha también estuve trabajando en Psiquiatría, en centros de salud, en residencias, en hospital…hice un poco de todo y a esto llegas un poco dejándote llevar. También trabajé como enfermero de empresa en Hewlett-Packard. Y luego ya llegué a la universidad, donde llevo ya 13 años y me he mantenido porque he ido creciendo. Porque si llegas a un sitio y te adormeces no merece la pena estar ahí. Sin embargo, yo he tenido la suerte de poder crecer, empecé de enfermero del Trabajo, luego estuve varios años como responsable de prevención y salud, estuve durante varios años llevando ese tema tanto en Canarias, Portugal y aquí. Y hace ya varios años decidimos separar la parte técnica y la parte de salud y me hicieron director de Servicios Médicos de estudiantes y de empleados. Hacemos de todo, unos 700 reconocimientos médicos de empleados al año, en el equipo hay dos médicos y dos enfermeras que hacen asistencial de todo tipo, desde fracturas, infartos, enfermedades de transmisión sexual, campañas de salud (campaña de donación sangre, de vacunación, de prevención de cáncer, melanoma, seguimiento de pacientes psiquiátricos…). Es bastante intenso y con el COVID aún más.
El equipo de la Universidad hace desde fracturas, infartos, enfermedades de transmisión sexual, campañas de salud”.
¿Cómo ha afectado el COVID a los universitarios? ¿Habéis notado que hay más depresión? ¿Cómo les habéis concienciado de usar la mascarilla?
Ha habido fases. Una primera, la más compleja, la del montaje de todo. Desde que acabó el confinamiento hemos estado trabajando, organizando y montando todas las medidas de seguridad para toda la gente pueda estar tranquila allí. No hemos tenido ni un solo contagio interno, todos han venido de fuera y eso significa que todas las medidas que hemos puesto en marcha han servido. Esa primera fase fue muy intensa, el transmitir todo a través de vídeos, de correos para que la gente supiera qué hacer. Son 15.000 estudiantes y el seguimiento es muy estrecho. Ahora es verdad que hay menos casos, que el tema está más tranquilo, pero no podemos bajar la guardia. Ahora el problema es estar un poco de policías en la universidad avisando a los estudiantes que se pongan la mascarilla, que no se junten más de determinadas personas…
No podemos bajar la guardia ante el COVID”.
Una pregunta flash, para que la respondas sin pensar ¿Si tienes que elegir: músico o enfermero?
No me hagas elegir… pero elegiría música.