ÁNGEL M. GREGORIS.- La conducta suicida ha aumentado en niños y adolescentes casi un 2.000% en la última década, tal y como expone el último Estudio sobre Conducta Suicida y Salud Mental en la Infancia y Adolescencia en España de la Fundación ANAR. Prevenir estos pensamientos y abordarlos desde el centro educativo es primordial para evitar problemas mayores en el futuro. Asimismo, dar una formación adecuada en prevención del suicidio a las enfermeras escolares y establecer protocolos de actuación de comunicación ágiles con Pediatría y Salud Mental es fundamental.
Laura Figueroa, enfermera del Programa de Enfermería en el ámbito escolar de Canarias, ha presentado los resultados de un caso clínico bajo el título “Ideación suicida y autolesiones en el ámbito escolar”. En este trabajo se expone que la detección fue llevada a cabo por parte de los docentes y, aunque dentro de su protocolo no se encuentra la enfermera escolar por ser una figura de reciente implantación, le avisaron en búsqueda de ayuda hasta que el alumnado fuese visto por el pediatra y por salud mental.
Durante el curso
“En este caso, como enfermera escolar, y con el consentimiento informado firmado por la familia para intervención durante el curso, se realiza una anamnesis en la que se detectan otra serie de problemas asociados que pueden ser determinantes en el desarrollo de dicha conducta, tales como problemas psicosociales, duelo, síntomas de ansiedad con desconocimiento sobre lo que está ocurriendo y falta de estrategias para encontrar soluciones alternativas, rechazo a los cambios propios de la pubertad y baja autoestima, entre otros”, explica la enfermera.
Además, se realizó un trabajo conjunto entre el equipo docente y la enfermera escolar para prevenir nuevos episodios, dar respuesta a los problemas asociados, y favorecer la búsqueda de ayuda del alumnado. Como ejemplo de actividades, la enfermera escolar lleva a cabo un taller dentro de la asignatura de EMOCREA (educación emocional y para la creatividad) para explicar en qué consiste el estrés, el eustrés, la ansiedad, y ofrecer estrategias de afrontamiento.
Entorno familiar
En este sentido, Figueroa considera que la prevención es un trabajo en el que se debe implicar tanto el centro escolar como el entorno familiar y sanitario. Así como diferenciar entre la prevención primaria y la secundaria. “Centrándonos en el caso clínico presentado, la prevención es secundaria, ya se han dado episodios de conducta suicida, y el objetivo es prevenir nuevos episodios y establecer una búsqueda de ayuda por parte del alumnado. Para ello, lo ideal es tener una formación previa sobre prevención del suicidio y establecer una relación de confianza con el alumnado. Se busca un acuerdo afirmativo en la comunicación de estos episodios a la familia, explicando que no va a suponer un castigo o reprimenda, sino que es necesario para poder ayudarle.
Relación
Establecemos una relación de ayuda en la que el alumno se ve comprendido y obtiene estrategias para mejorar sus síntomas de ansiedad, sus pensamientos de autorechazo y de negatividad hacia la situación que vive, así como ofrecer recursos externos disponibles al alumnado, familia y equipo docente”, puntualiza.
La enfermera escolar también expresa la importancia de estar pendiente de algunos signos de alerta a vigilar. “Cambios familiares, situaciones estresantes, cambios en el estado de ánimo y conducta, retraimiento social, bajada del rendimiento académico, verbalizaciones como ‘quiero desaparecer’, ‘no quiero continuar’, regalar objetos propios, episodios de autolesiones… Aquí la colaboración del equipo docente, familia, incluso alumnado es de vital importancia, los compañeros de clase suelen ser los primeros en detectar la situación y buscar ayuda”, concluye.