ÁNGEL M. GREGORIS.- “Es un impulso tan grande que no pienso en nada, ni en mi familia ni en nadie. No hay nada que me pueda frenar y de repente me despierto en la UCI o en la unidad de Psiquiatría del hospital, contenida y sintiendo mucho, mucho dolor”. Prefiere no desvelar su identidad, pero la depresión crónica que sufre le ha llevado en varias ocasiones a intentar quitarse la vida.
Ingresada en la Unidad de Hospitalización Breve de la Clínica Nuestra Señora de la Paz de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios de Madrid, lanza un mensaje claro: “Es muy importante pedir ayuda en los momentos previos, cuando sientes angustia, nerviosismo y te empiezan a circular las ideas por la cabeza”.
Cree que es ese el momento para frenarlo, con ayuda de la familia o de profesionales como enfermeras, médicos, psiquiatras… “Realizar campañas y pedir ayuda es fundamental”, asegura. Frente a ella está Sandra Rodríguez, enfermera de la Unidad, que se encarga de transmitirle las preguntas para que se sienta más cómoda.
Acompaña
Sandra es una de esas profesionales que acompaña, cuida y ayuda durante todo el día a estos pacientes con ideas o intentos autolíticos. La cercanía de las enfermeras es un pilar básico para la Unidad, y mejora enormemente la calidad de vida de estas personas durante los ingresos. Aunque las ideas autolíticas pueden volver a aparecer, su función es intentar que, al alta, el paciente se vaya estable a su domicilio. “Cuando tenemos al paciente psicopatológicamente estable es cuando trabajamos un plan con ellos y en compañía de sus familiares. Este apoyo es básico en este perfil de pacientes. Los derivamos a consultas externas de Psiquiatría y Psicología y recomendamos asistir a grupos de apoyo si se considera”, explica la enfermera.
Factores
Tristeza, soledad, desesperanza, frustración… son sólo algunos de los factores personales que se observan cuando llega el paciente. A nivel psicosocial también se advierte bajo apoyo social o bajo nivel educativo y, normalmente, a nivel familiar, muchas veces, no cuentan con apoyo o tienen baja afectividad. En cuanto a diagnósticos, suelen llegar con otras patologías tanto somáticas como psiquiátricas, trastornos depresivos, tanto unipolar como bipolar, pacientes psicóticos, abuso de sustancias o una patología dual. Gloria Gallego, enfermera residente de la unidad, expone que también hay diferencias entre hombres y mujeres a la hora de llevar a cabo estos intentos: “En los hombres, suele ser un suicidio consumado, mientras que las mujeres tienen más tentativas”.
A la llegada de los pacientes, el primer paso, tras una valoración previa del psiquiatra, es establecer un protocolo de riesgo autolítico. “Nuestra actuación es, básicamente, realizar un cuidado integral desde la escucha activa, la empatía. Lo más importante en estos pacientes es observar el lenguaje no verbal porque nos da signos muy importantes respecto a su situación emocional durante su estancia. También les retiramos los objetos que pueden ser peligrosos como cordones, cuchillas… cerramos los aseos y, en algunas ocasiones, cuando así se indica, se establece videovigilancia para el paciente”, afirma Sandra Rodríguez.
Lenguaje no verbal
Ese lenguaje no verbal es imprescindible para detectar posibles señales. Tal y como subraya esta enfermera, “muchas veces encontramos gestos, miradas que nos hacen o, incluso, hemos llegado a notar que pasa algo cuando nos regalan ciertas cosas porque lo hacen a modo de despedida y luego, algunas veces, expresan que tienen esas ideas o surgen intentos. Esos gestos para nosotros son determinantes”. Muchas veces, para ellos, el dolor físico es lo único que puede calmar su dolor emocional.
En cuanto a la videovigilancia, la asigna el psiquiatra en función de la gravedad del paciente. “No se mantiene durante todo el ingreso hospitalario, sólo cuando observen que realmente hay un riesgo y sólo en la habitación, nunca en el aseo”, puntualiza.
Actuación
Por su parte, Juan Carlos Palomo, profesor de Enfermería de Salud Mental en el Centro Universitario de Enfermería San Juan de Dios de Bormujos (Sevilla), expresa que la actuación depende también del ámbito al que se dirija el paciente. “No es lo mismo que sea en la puerta de Urgencias del hospital, en las de Atención Primaria o en la unidad de hospitalización de Salud Mental. En este sentido, algo común que debemos tener los enfermeros en estos casos es la empatía, cercanía, escucha activa… que se sienta comprendido y no juzgado, y encuentre un espacio en el que poder hablar de sus problemas y dificultades y encontrar entre ambos un camino o una ayuda a esa situación”, destaca Palomo.
Incidencia
A pesar de la incidencia, el suicidio sigue siendo un tema tabú en la sociedad, por lo que la formación de los profesionales es imprescindible para saber cuidar a estos pacientes. Y, entre ellos, las enfermeras especialistas en Salud Mental, que tienen un papel clave. “Se tiene un pensamiento erróneo de la Salud Mental, considero que tiene que evolucionar mucho y animaría a todas mis compañeras a realizar la residencia, ya que te creces mucho como persona y te ayuda en muchas situaciones a nivel personal”, comenta Gloria Gallego.
Según los últimos datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadística, 3.941 personas se suicidaron en España en 2020 (2.930 hombres y 1.011 mujeres), unas cifras alarmantes, que revelan la incesante necesidad de realizar campañas de concienciación y prevención.
Intentos
Juan Carlos Palomo alerta del aumento de los intentos de suicidio entre los adolescentes y entre la gente a partir de 65 años. “Echo en falta la intervención con la población; no podemos esperar a que alguien venga con un intento de suicidio. Muchas veces, bastaría con concienciar a la gente para que estemos más dispuestos a escuchar a otros cuando los notemos raros o distintos. Habitualmente, estas personas dan claves o señales y se muestran desesperanzadas, dicen que no quieren vivir, empiezan a regalar sus pertenencias… No pedimos que la población intervenga, pero sí que seamos sensibles a estos actos para poder ayudarles”, puntualiza.
Bulos
Luchar contra los bulos y los mitos que hay alrededor del suicidio también ayuda en la prevención. “Muchas veces se dice que hablar del suicidio puede tener un efecto llamada y parece que a la gente le va a entrar ganas de suicidarse, se piensa que el suicidio es de cobardes y la gente es muy reacia a hablar el tema con los demás. Tenemos que desmitificarlo y después llevar a cabo formación”, destaca Juan Carlos Palomo.
Por otro lado, además de cuidar, las enfermeras que trabajan en estas unidades también deben ser cuidadas. “Las enfermeras están muy en contacto con la salud, pero también con la enfermedad y con la muerte. Hay determinadas unidades y servicios que están mucho más cercanas a la muerte y las enfermeras también deben cuidar de su salud mental. Alguna vez te llevas al paciente a casa, le das vueltas a qué podrías hacer, de qué manera podemos ayudar… pero tenemos que cuidarnos nosotros también, así que hay que intentar desligarnos un poquito”, concluye Palomo.
Muy alarmante
Un dato muy alarmante es el aumento de suicidios año tras año. La prevención es fundamental y la formación de la población, así como de los profesionales sanitarios, es imprescindible. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), entre 2010 y 2020 los suicidios se han incrementado un 25%. Así, las cifras registradas en 2010 eran de 3.158 casos, frente a los 3.941 que se registraron en 2020. Esto, sin duda, deja clara la necesidad de abordar la problemática de manera integral y apostar por los cuidados en salud mental.

Suicidios por año. Fuente: INE