ÁNGEL M. GREGORIS.- La crisis del coronavirus a la que se enfrenta no sólo España, sino el mundo entero está ocasionando un trastorno brutal a todos los niveles. Las medidas tomadas por los diferentes gobiernos han supuesto cambios en lo económico, lo social y, sobre todo, lo sanitario. Partidas especiales para ayudar a la población a seguir adelante, un confinamiento que puede perjudicar enormemente a las personas, hospitales saturados, miles de fallecidos y la cifra de contagios que, lejos de disminuir, no para de aumentar. Pero si hay un punto importantísimo en todo esto, ese es el número de profesionales sanitarios infectados, que supone ya más de un 15% de los afectados. Ellos y ellas, las personas que deben estar en primera línea de batalla, han visto en muchas ocasiones como tenían que abandonar sus puestos de trabajo para realizar una cuarentena y vencer al COVID-19 desde sus domicilios. Una situación que, para la mayoría, supone un duro golpe porque sienten que dejan tirados a sus compañeros en uno de los momentos más duros de la historia.
Conscientes de estas cifras, desde el SUMMA 112 de la Comunidad de Madrid han montado un operativo para detectar estos posibles casos positivos y lograr aislar a tiempo a esos profesionales que tienen que superar la enfermedad. En su sede central de la capital han habilitado un espacio para que aquellos trabajadores que tengan síntomas puedan realizarse la PCR y conocer en 24/48 horas el resultado de la prueba.
Una pequeña carpa es el lugar en el que un enfermero se ocupa de hacer el exudado a sus compañeros para luego mandar la prueba al laboratorio y que puedan determinar si es positivo o negativo en COVID-19. Pero antes de ese momento, el enfermero encargado de realizarla debe prepararse y protegerse enormemente para llevarla a cabo. La mascarilla es una pieza clave que todos llevan dentro de la sede, pero en el momento de atender a estos posibles contagiados la garantía de protección debe ser mayor. Con ayuda de un compañero que está siempre ahí para cualquier complicación que pueda ocurrir debe enfundarse la bata, doble guante y unas gafas o pantalla protectora para los ojos. Es imprescindible no correr ningún riesgo durante la prueba para evitar un nuevo contagio que aumentaría aún más la lista de profesionales afectados.
Medidas
Aquellos que necesitan realizársela deben acudir el día y a la hora pautada. “Antes de empezar, nosotros tenemos que seguir una serie de medidas para evitar nuestro propio contagio. Cuando llegan se les sienta en una silla y le decimos que abra bien la boca. Es ahí cuando introducimos el isopo y rasgamos la zona del fondo para recoger la mucosidad de la parte de la orofaringe. Es un instante incomodo que puede producir arcadas, pero dura muy poco”, explica Juan Carlos García, enfermero del SUMMA 112.
Tras esto, el enfermero y el técnico que le acompaña se encargan de meter la prueba en un tubo, marcar bien a quién pertenece para después introducirlo en una bolsa que irá a una pequeña nevera de corcho y de ahí al laboratorio. Una vez que el exudado está en esa neverita comienza una cuenta atrás de hasta 48 horas para que el afectado conozca si realmente es el COVID-19 o no el culpable de sus síntomas. “Estamos teniendo de todo; nos sorprende mucho los falsos negativos y que hay personas que tienen una baja carga viral y no llegan a dar positivo. La verdad es que se está gestionando muy bien esta parte”, asegura el enfermero.
Él, que está viviendo directamente esta situación, reconoce que “es un momento duro porque estás tratando con compañeros con los que, a lo mejor, has compartido guardia hace poco”. “Tenemos esperanza e ilusión porque parece que la cosa va mejorando poco a poco y vemos cómo los compañeros se van recuperando y pueden volver. Eso es lo importante”, señala García.
Miedo
A pesar de ser uno de los encargados de realizar esta prueba a escasos centímetros de los posibles contagiados, no siente miedo en ningún momento. “Las medidas que tomamos nos hacen estar muy protegidos, realizamos una técnica muy sencilla, pero a la vez estamos seguros”, señala.
Para el SUMMA 112 es fundamental conocer estos resultados porque es imprescindible tener una plantilla de trabajadores sanos. Desde una institución sanitaria tan necesaria para salvaguardar la salud de todos los madrileños tienen claro que hay que continuar con este mecanismo porque una persona potencialmente contagiosa podría poner en riesgo la salud del resto de los sanitarios, claves para lograr vencer esta pandemia. “Desde finales de febrero, fecha en la que ya algún profesional nuestro comenzó con sintomatología compatible con infección por SARS-CoV-2, hasta el 15 de abril, hemos realizado un total de 789 muestras a profesionales propios”, contabiliza Carmen Migueles, subdirectora de Enfermería del SUMMA 112. Asimismo, expone que “ninguno de los profesionales implicados en los procesos de recogida de muestras ha sufrido contagio alguno, circunstancia que nos alegra porque la alta tasa de contagios de profesionales es el mayor de nuestros desvelos”.
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