ALICIA ALMENDROS.- Anorexia, bulimia, obesidad, trastornos por atracón… Todos estos trastornos tienen una enemiga en común la comida. Estudios recientes apuntan a una tasa de prevalencia de trastornos de la alimentación de un 4,1-4,5% entre los 12 y los 21 años, situándose la anorexia en torno al 0,3%, la bulimia en el 0,8% y el trastorno de la conducta alimentaria no especificado alrededor del 3,1% de la población femenina de esa edad (Asociación congra la Anorexia y Bulimia ACAB, 2021).
Trastornos psicológicos
Los Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA) son trastornos psicológicos graves que conllevan alteraciones de la conducta alimentaria. La persona afectada muestra una fuerte preocupación en relación al peso, la imagen corporal y la alimentación, entre otros. Debido a estas alteraciones alimentarias, se pueden desencadenar enfermedades físicas importantes y, en casos extremos, pueden llegar a provocar la muerte (siendo las causas más frecuentes el suicidio o la desnutrición).
“La incidencia de estos trastornos es muy alta. La pandemia en un principió los escondió porque se quedaban en sus casas sin moverse, parecía que no había pacientes. Pero en el momento en el que pasa la pandemia observamos que estas personas tienen unos problemas de salud mental a nivel de TCA muchos mayores”, explica Mercedes Peña, vocal suplente del pleno del Consejo General de Enfermería en la especialidad de Salud Mental. “Es una enfermedad crónica y, en muchos casos, continúa hasta el final de su vida”, añade Peña.
Hábitos saludables
Como expone el informe “Adiós a la Dieta Mediterránea” de The Save the Children, desde la Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia (ACAB) de Cataluña destacan la importancia de los hábitos saludables como un factor de protección ante los trastornos de conducta alimentaria (TCA). La pandemia ha provocado un gran aumento de estos. En la ACAB han pasado a atender al doble de pacientes, situación similar a la que se han encontrado otras unidades especializadas en la conducta alimentaria.
“Al COVID-19 hay que sumarle que los cánones de belleza actuales son muy exigentes. Aquí en Zaragoza, por ejemplo, vamos a hacer obras en el hospital porque hay que aumentar el número de camas al haber aumentado muchísimo los casos, sobre todo a raíz de la pandemia”, señala Ana Latorre, supervisora del Área de Cuidados Materno- Infantiles Miguel Servet de Zaragoza y vocal de Pediatría del Colegio de Enfermería de Zaragoza.
Factores
No se conocen las causas de estas enfermedades, pero sí que se conocen los factores predisponentes desencadenantes —miedo a crecer, la familia, los medios de comunicación, redes sociales, acontecimientos vitales, la moda, la industria dietética…— que influyen notablemente en la aparición de estos trastornos que unidos a situaciones estresantes o que suponen dificultad para el individuo pueden dar lugar a un TCA. Por lo tanto, son trastornos multicausales en los que influyen factores genéticos, biológicos, psicológicos y socioculturales ocupando estos últimos un lugar destacado. “Cuando hablamos de un TCA de una mujer de 70 años, por ejemplo, parece un poco incomprensible porque lo tenemos relacionado a adolescentes, mujeres jóvenes… Pero tenemos pacientes de todas las edades. Tenemos que crecer en recursos porque hay que saber que este trastorno los va a acompañar hasta el final de sus días y es ahí donde faltan dispositivos», resalta Peña.
Unidad específica
El Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos (Madrid) inauguró en 2021 una Unidad de Media Estancia de TCA convirtiéndose en una de las pocas unidades de estas características que hay en España. La unidad está compuesta por 14 camas de adultos y 6 de infanto- juvenil para adolescentes de entre 13 y 18 años. Acuden al centro tras haber tenido diferentes y muy variados ingresos en otros dispositivos públicos y privados de la Comunidad de Madrid (CAM).
“Tiene que haber una propuesta por parte de la Red de Salud Mental de la CAM a través de distintos hospitales de la comunidad y se derivan a la Oficina Regional de Salud Mental de esos casos, se valoran conjuntamente con el equipo de esta unidad y se decide el ingreso. Hay una lista de espera y van entrando según vamos dando las altas”, explica Pedro Fernández de Velasco, enfermero especialista en Salud Mental y coordinador de Enfermería de la Unidad de TCA de San Juan de Dios.
Andrea es una de las pacientes de esta unidad. Lleva 10 meses ingresada y reconoce “que desde el primer momento siempre ha estado muy cómoda”. Su ingreso fue voluntario, “para mí fue muy importante entrar porque me ha servido de mucho. He confiado dese el primer momento en todo el equipo”.
Equipo multidisciplinar
El equipo es multidisciplinar está formado por una educadora social, dos psicólogos, una psiquiatra, una nutricionista, una enfermera, técnicos en cuidados auxiliares de enfermería (TCAE) y el coordinador de Enfermería, responsable de la Unidad. “Suelen ser pacientes complicadas y el trabajo en equipo es clave. No es sólo el TCA son muchas cosas que hay alrededor de estas personas que también deben ser abordados”, aclara Fernández de Velasco.
El coordinador de la unidad habla en femenino porque la mayoría de las pacientes son mujeres. “Desde que empezamos sólo ha pasado un varón por aquí”, aclara. El trabajo en esta unidad es complicado, a veces duro, pero la implicación de todo el equipo es enorme y la alegría que desprenden, sin duda, se contagia entre los usuarios. Los resultados están siendo muy buenos en estos dos años de vida, sin duda,” gracias al trabajo y a la calidad humana de quienes forman la unidad”, añade el coordinador de la unidad.
“Establecemos una relación muy cercana con ellos. Siempre que tenemos un momento duro están ahí. Y, en concreto, el personal de enfermería juega un papel fundamental en el tratamiento”, afirma Andrea.
Trabajo diario
“Lo primero que hacemos en la unidad es hablar con el personal del turno de noche para ver las incidencias que ha habido y a primera hora realizamos lo que conocemos como técnicas de enfermería: analíticas, curas, si hubiera que administrar alguna irrigación… Pero, sobre todo, estamos con ellas”, comenta Paula López del Rey, enfermera de la unidad. “Las atendemos desde primera hora de forma individual para conocer sus preocupaciones”, prosigue.
La comida y la imagen corporal ocupan un gran parte de sus preocupaciones. “Trabajamos con ellas la nutrición, pero luego está todo lo que conlleva alrededor que muchas veces son las relaciones con la familia, los amigos… En resumen, gestionar esas emociones que no saben manejar. Por desgracia, muchas veces esas situaciones que no saben manejar porque se frustran, acaban con autolesiones que son la gran mayoría de las curas que tenemos aquí. Nuestro principal objetivo es que aprendan a manejar esas situaciones y sobre, todo, esas emociones, ya no solo aquí, sino que fuera sean capaces de hacerlo”, asegura la enfermera.
Alimentación
La alimentación que siguen en el centro es en general para todas la misma, siempre adaptada por la nutricionista en función de las necesidades calóricas que detecten. En cuanto al uso del móvil, salidas fuera del centro o recibir visitas es algo que las pacientes van consiguiendo poco a poco. “Al principio intentamos que no haya visitas para la adaptación a la unidad, luego forma parte de la terapia ir consiguiendo objetivos a medida que va avanzando el proceso”, comenta el coordinador enfermero de la unidad.
Normalizar
Andrea, por ejemplo, sale los fines de semana a casa: “intento mantener las pautas que hago aquí y usar el tiempo libre para hacer actividades que socialmente me llenen, como quedar con amigos, apuntarme a cursos… Se trata de normalizar lo máximo posible todo”. Esta joven reconoce que con la pandemia le costó mucho estar encerrada, “nosotros necesitamos quemar energía. Yo estaba metida en una vorágine de hacer muchas cosas y al estar encerrada me sentí en la necesidad de restringir más, como hacía menos tenía que comer menos también”.
En cuanto al uso del móvil en la unidad, “lo usan puntualmente en los tiempos estipulados, pero en el resto del día no hay móvil porque estamos en terapia. Si que les recalcamos el respeto a la intimidad de los demás, el buen uso de este —en el sentido de las redes sociales, sobre todo— y que sean prudentes en ese uso”, añade.
El objetivo: el alta
La estancia de los usuarios está entre los seis meses y un año aproximadamente y el objetivo es el alta. “Al final un TCA es una enfermedad crónica, va a ser para siempre. Lo importante es darle estrategias y medidas para que cuando en su vida diaria tengan cualquier bache, en vez de pagarlo castigándose, dejando de comer o dándose un atracón sepan reaccionar”, argumenta López Rey.
Cada paciente es diferente, “por eso tenemos que hacer una valoración integral y después de manera personalizada diseñamos un plan de cuidados”, explica la vocal suplentedel pleno del CGE en la especialidad de Salud Mental. Una vez reciben el alta “se les deriva a dispositivos de TCA de la red de la Comunidad de Madrid, hospitales de día principalmente”, expone Fernández de Velasco.