D. RUIPÉREZ / A. ALMENDROS.- Alejandro Blanco es enfermero especialista en Urgencias y Emergencias y está al frente de la nueva oficina para prevención y promoción de la salud que se ha montado en la Universidad Complutense de Madrid. En plena pandemia decidió dar el
salto de la docencia a la UCI. Allí ha compartido momentos muy duros, pero también ha hecho una nueva y gran familia, la de todas aquellas profesiones a los que, como él mismo dice, fue a “echar una mano”.
¿Cómo ha sido pasar de la universidad a la primera línea del COVID en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid?
Ha sido como pasar de blanco a negro…. En primer lugar, me gustaría dar las gracias a la gente del hospital porque esto ha salido para delante gracias a la gente que trabaja allí desde hace años, que tiene mucha experiencia y que son capaces de llevar casi dos puestos al mismo tiempo. En mi caso llegué ahí y aunque sepas hacer ciertos procedimientos, pero todos los protocolos que siguen no los conoces y ellos son los que dirigen.
Habéis visto cosas muy duras, de hecho, hay mucha afectación psicológica
Sí es una cosa que, aunque creas que no, nos ha afectado a todos los que hemos pasado por allí. Se ven situaciones que no se han visto en ningún sitio: la gente muriendo, por ejemplo. No porque muera mucha gente, que también, si no porque morían muy rápidos y nosotros estamos acostumbrados a que cuando una persona va hacia la muerte sabes qué hacer, sabes por qué se está muriendo y tienes ciertas herramientas para que el paciente muera con cierta calidad. Sin embargo, en este tipo de paciente a algunos les poníamos bocabajo y mejoraban notablemente, pero luego poníamos a otro y empeoraba… Ha sido un poco caos. Ha habido tres semanas de mucho trabajo y ha sido la única vez en mi vida que cuando ha llegado el turno siguiente y les tienes que contar el parte al siguiente turno no sabes qué decir porque habían pasado tantas cosas que no sabes muy bien en qué estado está cada paciente.
Como vemos esto no ha terminado, pero ya han desarrollado protocolos y se han aprendido lecciones aplicables, ¿podemos ser más optimistas de cara a lo que está por venir?
Sí, seguro. De hecho, la escasez de material en esas semanas hizo que el 40% de los compañeros se infectara y creo que eso es una de esas premisas que no va a pasar. Esto es una variable que tenemos a nuestro favor, que no habrá tantas bajas de sanitarios como ha habido al principio. Además, ya estamos preparados desde el punto de vista de material, tenemos respiradores, si hay que hacer 20 camas de UCI más ya saben dónde ponerlas y eso era un poco lo que supuso al hospital mucho caos al principio. Porque nos llamaban y nos decían la planta cuatro sur es COVID pero la norte no, y llegabas al día siguiente y todo había cambiado.
¿Qué consejos daríamos a la población para que disfruten, pero con cabeza?
Creo que tenemos dos tipos de personas: las que han visto el coronavirus de cerca, a las que se les ha muerto familiares o son personal de riesgo; ellos llevan las medidas de protección a la perfección; y luego tenemos otro tipo que suele ser el de la gente joven que no lo ve tan de cerca, no han tenido familiares que lo hayan padecido, y están relajados. En general, yo les diría que a pesar de todo lo que ha cambiado, las medidas de seguridad -mascarilla, lavado de manos y distancia de seguridad- siguen siendo las mismas y todavía no han demostrado nada mejor que estas medidas. Por tanto, tenemos que seguir siendo conscientes de que el coronavirus sigue con nosotros y hay que tomar todas las medidas. No debemos volvernos locos pero si ir cambiando algunos hábitos a los que estamos acostumbrados.