Cada año más de tres millones de mujeres en el mundo sufren este tipo de mutilación
JOSÉ DAVID NEBREDA. Técnico de proyectos de EPM.- A pesar de la cada vez más creciente conciencia de que es un problema en todo el mundo, la Mutilación Genital Femenina (MGF) persiste en muchos lugares. En países como Mauritania, casi un 70% de la población es víctima de esta práctica.
En 2012 la Asamblea General de Naciones Unidas declaró el 6 de febrero como el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina. Considerada una violación de los Derechos Humanos de las niñas y de las mujeres, la MGF se concentra en veintinueve países de África y Oriente Medio, aunque existen casos en todos los continentes, tanto en comunidades remotas como por medio de la emigración, convirtiéndolo en un problema global. Las cifras son escalofriantes. Según la Red Europea para Terminar con la Mutilación Genital Femenina en (END FGM) y UNICEF, más de 125 millones de mujeres y niñas han sufrido MGF; tres millones más son sometidas a esta mutilación cada año, 8.000 al día.
Gobiernos, organismos internacionales y sociedad civil llevan años luchando contra esta costumbre y las nefastas consecuencias que tiene sobre la mujer. Iniciativas de todo tipo, desde la denuncia social a hasta grandes eventos internacionales como la celebración de un día mundial contra la MGF han puesto el foco sobre esta situación, y van consiguiendo resultados. El año 2015 fue especialmente grato: Nigeria, el país más poblado de África, y con cerca de 20 millones de mujeres y niñas mutiladas, criminalizó en junio la práctica de la MGF en su territorio. Poco después, Gambia también dio el paso cuando su presidente decretó la prohibición de la MGF en el país, argumentando que se trata de una práctica tradicional y no dictada por la religión musulmana. Un año antes, entraba en vigor el Convenio de Estambul, por el cual los 47 países del Consejo de Europa se comprometen a luchar contra la violencia de género en todas sus formas, incluyendo un artículo específico contra la MGF.
Objetivo: erradicarla
Para erradicar la MGF aún queda un largo camino, puesto que es una práctica cultural fuertemente arraigada en muchos lugares, donde juega un papel social muy relacionado con el rol y el concepto de la mujer en estas sociedades. Así, no bastaría con prohibirla, sino que debe avanzarse en otros ámbitos, como la lucha por la igualdad de la mujer, la salud universal y los Derechos Humanos. Debemos recordar que la MGF se da en sociedades cristianas y animistas, y no sólo en musulmanas.
Los obstáculos son múltiples. En muchos de los países en los que se concentra esta práctica las autoridades no tienen presencia efectiva en todo su territorio. El peso de la tradición, antes mencionado, muchas veces reforzado por líderes tradicionales y religiosos, no siempre encuentra voces que se le opongan de manera creíble, y el mensaje transformador de las costumbres no siempre cala. Otro aspecto más material es que en muchos lugares donde se da la MGF hay una persona, generalmente mujer, que se gana la vida practicándola. Eliminar su medio de subsistencia sin ofrecer alternativas puede encontrar la oposición de actores clave para este proceso. Está demostrado que la prevalencia de la MGF es menor cuanto más elevado es el nivel de educación de las mujeres, y cuanto más saludables son sus hogares.
En algunos de los países donde Enfermeras Para el Mundo trabaja, la MGF aún persiste. Es el caso de Mauritania, donde un 69% de las mujeres ha sufrido esta práctica, generalmente durante el primer mes de vida. Enfermeras Para el Mundo sigue apostando por una formación de calidad del personal sanitario que contribuya a sensibilizar a la población contra la MGF y a atender a sus víctimas.
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