ALICIA ALMENDROS.– Juan Carlos Miranda Domínguez, enfermero de urgencias en el Hospital Costa del Sol de Marbella (Málaga) asegura que lo que peor lleva estos días es la incertidumbre:
“Los días son raros. Tenemos una tensión contenida. Las urgencias del hospital donde trabajo normalmente tienen bastante carga asistencial que desde que se declaró el estado de alerta ha disminuido, esto unido a que en hospitales cercanos ya empiezan a estar saturados hace que todos tengamos una sensación rara, un nerviosismo interior difícil de explicar. En este momento lo difícil creo que está siendo la incertidumbre, el saber que en otros lugares los profesionales lo están pasando bastante mal y el no saber hasta dónde nos va a afectar crea bastante preocupación, pensar que podamos colapsarnos, que no tengamos medios… es complicado.
Ahora más que nunca la coordinación y el trabajo en equipo es fundamental. En general creo que por ahora la coordinación está siendo bastante adecuada, se ha modificado los circuitos asistenciales, se han creado nuevos puestos como el de pre-triaje en el que una enfermera desde la entrada de la persona a urgencias discrimina si puede tener una patología respiratoria o no respiratoria evitando posibles contagios cruzados por covid-19.
Los enfermeros estamos desarrollando un papel imprescindible en la asistencia de pacientes de urgencias, cuidando de todos y añadiendo la complejidad de hacerlo con los EPIS, estando horas y horas debajo de un traje, sudando, a veces casi sin poder ver por las gafas empañadas, con dolor de cabeza… pero ante todo con la tensión de no saber hasta cuando durará esta situación y esta lucha contra este nuevo enemigo.
Estamos viviendo un incremento de pacientes con patología respiratoria que hace que tengamos que ir adaptándonos con las directrices marcadas por el ministerio y teniendo que optimizar al máximo los Equipos de protección individual.
Estos días, escuchamos mucho en los medios la palabra héroe para referirse a nosotros; y la realidad es que somos personas y aunque cuando elegimos este trabajo asumíamos la realidad de tener que enfrentarnos a enfermedades contagiosas, es inevitable tener algo de miedo a contagiarnos o más aún a que a través de nosotros se contagien nuestros seres queridos. Esta es una enfermedad nueva, una patología de que aún no sabemos muchas cosas y esto nos pone en tensión.
Los pacientes llegan conscientes y muchos temen haberse contagiado. Al entrar y vernos con los EPIs algunos se dan la vuelta, otros se quedan en silencia mientras les atendemos… El otro día un hombre me preguntó medio afirmando si tenía coronavirus. Y es que en nuestro día a día, vemos pacientes diferentes: con síntomas leves como fiebre alta súbita, dolor de cabeza, disnea, tos y mucosidad; y graves con neumonías muy extensas en las que de verdad las situaciones son muy complicadas.
Yo creo que la gente empieza a entender que lo peor de esta enfermedad es lo increíblemente contagiosa que es y que lo único que puede cortar este contagio es interrumpir las relaciones. En esta lucha podemos aportar todos. Nos va a tocar hacer sacrificios, pero creo que la situación lo merece. Quizás pensemos que si somos jóvenes no nos afecte, pero todos tenemos padres con 60 años o más, abuelos… esta enfermedad se ceba especialmente con ellos, llegando en muchos casos a tener efectos letales. Pero, quiero recordar que también hay gente joven con neumonías importantes que están precisando ingresos en UCI. Además, quiero pedir a las instituciones que nos cuiden a nosotros, que se dejen la piel para que tengamos los medios mínimos de autoprotección en todo momento. Escucho mucho decir que estamos en una “guerra” y que nosotros somos sus soldados; pues nuestras armas son esos EPIs, no sólo para que no nos contagiemos, sino también para que no podamos contagiar a otros.
El apoyo de la gente a través de los aplausos cada día está siendo muy gratificante. He de reconocer que la primera vez se me saltaron las lágrimas. Estaba en casa y cuando empecé a escuchar los aplausos no sabía que pasaba, me asomé y mis vecinos, que yo pensaba que no sabían ni que era enfermero, comenzaron a dármelas gracias. Fue un sentimiento difícil de describir.
Somos un país increíble que siempre en situaciones difíciles sabe afrontarlo de una manera impresionante, somos los más solidarios del mundo y estoy seguro de que entre todos acabaremos con este virus”.
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