ALICIA ALMENDROS.- Hoy es el cumpleaños de Elisa. Seguramente recibirá felicitaciones por videollamada o redes sociales de sus seres queridos. Soplará las velas un poco más sola que de costumbre, y para los besos y tirones de orejas tendrá que esperar todavía un poco más. Pero para ella, su mejor regalo hoy es seguir salvando vidas. Elisa Molina es enfermera del Hospital Fundación Jiménez Díaz de Madrid y como muchos sanitarios en España está #EnPrimeraLíneaDelCoronavirus. “Son días difíciles y bastantes duros. Nos estamos enfrentando a algo que, en mi caso, jamás nos habíamos enfrentado. Nunca llegué a imaginarme todo lo que está causando este virus en España. El estrés con el que trabajamos cada día es agotador y a la vez sentimos miedo por no saber si estamos afrontándolo correctamente o hacemos algo mal que pueda hacer que nos contagiemos”, explica.

El papel de las enfermeras estos días está siendo de vital importancia. “Somos las personas que más en contacto estamos con el paciente, las que pasamos a la habitación cuando les administramos la medicación, cuando se sienten mal o necesitan cualquier cosa”, resalta Molina. El ir y venir, y el exceso de pacientes no es un buen aliado de los sanitarios en los tiempos que corren, pero Elisa reconoce que “siempre sacamos unos segundos para tranquilizarles y transmitir nuestra confianza. Queremos hacer que sus días sean más fáciles”.

Miradas que calma

Tanto Elisa como sus compañeros saben que los trajes EPIs no ayudan en esa atención cercana que les caracteriza habitualmente. Estos días, son sus ojos los que al otro lado de gafas gigantes o viseras de cristal, se encargan de tranquilizar a los pacientes. “Con ver nuestra mirada nos entienden a la perfección”, resalta la enfermera. Y es que los pacientes llegan con mucho miedo, pero a pesar de ello “son muy agradecidos e incluso cuando nos ven sudar la gota gorda con los EPIs, son ellos quienes nos apoyan en esta dura batalla”, añade.

La coordinación entre los sanitarios está siendo impecable, “todos damos lo mejor de nosotros: auxiliares, celadores, personal de limpieza, médicos, enfermeras… Trabajamos más unidos que nunca para tirar hacia delante y lucha contra el coronavirus con más fuerza”, asegura.

En esta pandemia hay dos caras: la de los supervivientes y la de los fallecidos. Esta última es la más difícil de digerir, incluso para los sanitarios que ya antes de todo esto luchaban en los hospitales para salvar vidas. “La parte más complicada es ver morir a muchas personas sin sentir el arrope de los suyos. Ver cómo se van apagando solos en la cama es bastante duro y, sobre todo, el ver como sólo puede pasar un familiar a la habitación para despedirse y no pueden darle el último beso o abrazo. Se me parte el alma. La mayoría de las personas que están muriendo son población anciana, los mismos que han luchado para que hoy en día tengamos todo lo que tenemos. Que tengan que morir así no es justo”, se lamenta Elisa.

El COVID-19 no es el único enemigo de esta batalla. La falta de material es un mal compañero de trinchera. “Tenemos que usar una bata por turno y después se la llevan a esterilizar. Las mascarillas ffp2 las tenemos que reutilizar tres o cuatro días seguidos ya que hay pocas y no podemos estar tirándolas todos los días. Lo que si nos ha llegado hace poco son las pantallas de protección. En el caso de los guantes y las mascarillas de papel en mi hospital nunca han faltado. Así que dentro de lo malo mis compañeras y yo hemos tenido material “decente” para poder trabajar más o menos seguros”, explica.

Aplausos de vida

Todo apunta a que cada vez estamos más cerca de doblegar la famosa curva, pero hasta que esto llegue los españoles seguimos aplaudiendo a las ocho de la tarde. Sabemos que es un chute de energía para los que están en primera línea de esta batalla. “Muchas veces salimos agotados física y psicológicamente y ver la cantidad de gente que sale a aplaudir día a día nos hace coger energía para seguir luchando. También con estos aplausos vemos cómo se valora y se reconoce la profesión enfermera. Siempre hemos estado en un segundo plano o tratadas de manera que no merecíamos. Así que si hay algo positivo de todo esto es que nuestra profesión se está valorando como debe de ser”, afirma esta enfermera.

Los relojes de los españoles se pararon el día que el Gobierno decretó el estado de alarma. Desde entonces sólo los aplausos recuerdan que son las ocho. Es el momento de salir a las ventanas y balcones, el momento de vernos, de agradecer, de sonreír y quizás hoy, 6 de abril de 2020, el momento que recuerde a Elisa que ya queda un día menos para celebrar el cumpleaños con los suyos en casa.