GEMA ROMERO.- Para la mayoría de los niños, vacaciones es sinónimo de tiempo libre y diversión. Por eso, cada vez son más los padres que llevan a sus hijos a campamentos para hacer que su verano sea inolvidable. Y como todos quieren disfrutarlo, la segunda edición del Campamento de Verano para niños con enfermedades reumáticas, subvencionado por la Sociedad Española de Reumatología (SER) ha conseguido, una vez más, que 40 niños de entre 8 y 14 años de todos los puntos de España aprendan “a madurar, ser conscientes de su situación, a adaptarse a sus limitaciones y se sientan arropados por otros niños”, comenta David, el padre de Miguel Ángel, un niño con oligoartritis que este año ha asistido por primera vez al campamento.
Y es que además de divertirse y disfrutar de las mismas actividades de ocio que otros niños de su edad, el campamento quiere favorecer la autonomía personal, enseñar hábitos de vida saludables y mejorar la condición física mediante un programa de ejercicios. “El hecho de convivir con otros niños en una situación similar les ayuda a no sentirse diferentes y se establecen conductas solidarias y de ayuda mutua”, resalta Daniel Clemente, reumatólogo de la Unidad de Reumatología Pediátrica del Hospital Niño Jesús.
Necesidades
Una de las peculiaridades de este campamento es la adaptación a sus necesidades. Por un lado, las medicinas, ya que la mayoría tiene tratamientos diarios que, debido a su edad, deben contar con la supervisión de un adulto. Por otro, sus dolores. Por ello, el campamento se compone además de cinco monitores de tiempo libre, de una enfermera, un fisioterapeuta y un reumatólogo pediátrico. Como destaca el padre de Miguel Ángel, “sería imposible llevar a mi hijo a cualquier otro campamento en el que le tuvieran que administrar dos pastillas diarias, dos pinchazos semanales y otra pastilla más al día siguiente de los pinchazos”. “Además, —prosigue— pensamos que sería una buena experiencia para que viera que no está solo y que hay otros niños en situaciones similares a la suya”.
“Mi función como enfermera aquí es suministrar el tratamiento, realizar curas, ayudarles en lo que necesiten, hablar con ellos, darles cariño e introducirme en los talleres. Casi no se nota que somos sanitarios”, explica Nuria Medina, enfermera pediátrica. Realizar estiramientos con un fisioterapeuta es lo primero que hacen nada más salir de la cama, antes de desayunar. “El campamento está subvencionado totalmente por la Sociedad Española de Reumatología y los niños han venido gratis. Cada uno tiene su medicación, nosotros la distribuimos en bolsitas y nos encargamos personalmente de cada uno. Con esta iniciativa se pretende promover que todos los niños de España puedan disfrutar del verano”, prosigue Medina.
La enfermera se encarga de administrar la medicación como si estuvieran en sus casas. “Tenemos un niño, por ejemplo, que utiliza un colirio cada tres horas; y nosotros nos levantamos para administrarlo. Establecemos un cuadro de mandos con todas las medicaciones, informes, alergias, necesidades especiales del niño… y a partir de ahí vamos desarrollando el plan de cuidados”, argumenta Clemente.
Ejercicio
Para estos niños la actividad física es clave. Además de los estiramientos diarios y las actividades deportivas durante todo el día, un fisioterapeuta se encarga del trabajo individual, según las diferentes necesidades. Es una forma de aprender a reconocer los síntomas de su enfermedad y ganar autonomía personal. “Tenemos nuestra pequeña consulta de campaña donde realizar una terapia manual dirigida para cada caso concreto. Dentro de la metodología que tenemos prescrita, hemos ideado un plan con el médico y la enfermera, y hacemos una planificación grupal tres veces al día con el objetivo de mejorar un poco la salud, y por otro lado ejercicios individuales para que cojan experiencia y sepan hacerlo después en su vida diaria”, relata Rafael Jacome, fisioterapeuta.
Talleres
Cuidar a los animales e ir al huerto son otras de las actividades con las que están entretenidos. “Aprenden a sembrar, a conocer las verduras y hortalizas, cuidan a los animales…”, enumera Medina. Adrián Martínez, tiene 15 años y padece artritis reumatoide infantil. “Es el segundo año que vengo, y creo que este campamento da la oportunidad a gente que padece estas patologías de poder estar tranquilos aunque sea en tiempo de verano”. Este niño reconoce que a pesar de que su vida es más tranquila desde que no sufre brotes, en el campamento hay compañeros que sí los padecen. “Cuando se sufren estas situaciones hay que estar yendo constantemente al médico, por eso el campamento permite que puedan estar tranquilos porque tienen a su disposición a la enfermera y al médico”, recalca Martínez.
“La verdad es que es un placer ver cómo están muy a gusto, se les olvida todo. Desde que se levantan a las 9 de la mañana hasta las 12 de la noche, no paran y durante estos días olvidan sus problemas”, finaliza Medina.
Un Comentario
Virginia Belén Durán Moreno
Buenas. me gustaria mucho trabajar como enfermera en un campamento de verano.
Me podeis orientar como buscar?
Gracias