ÁNGEL M. GREGORIS.- Llega un momento en la vida de cualquier niño que comienza a hacerse preguntas que son difíciles de contestar. Los menores no alcanzan a entender por qué las personas mueren y a dónde van. Este es, en definitiva, un tema que a los adultos les resulta muy complicado de afrontar y en muchas ocasiones se intenta eludir, pero los interrogantes siguen ahí. La enfermera Mª José Romero es consciente de ello y ha lanzado Lucía y la luna, un libro que intenta aportar luz a este tema, no tratándolo desde la superficie, sino profundizando. “El objetivo del cuento es dar respuestas a través de una historia que invita a la reflexión y a la conexión con lo que realmente somos”, revela Romero.
Sus más de 12 años como enfermera le han regalado infinidad de experiencias y, tal y como ella misma asegura, en nuestra cultura “no estamos acostumbrados a tratar este tema con tanta profundidad y nos limitamos a poner un punto final después de la muerte, creando más interrogantes que disipando dudas”.
La autora del cuento explica que la experiencia de una compañera y su hija hace un año fue lo que le impulsó a realizarlo. “No me había planteado escribir un cuento cuando una mañana mi compañera me contó que su pequeña de 7 años tenía miedo porque hace meses habían pasado por la pérdida de un familiar muy cercano y sólo la niña se preguntó con preocupación que ocurría después de la muerte. Al no hallar respuesta fue cuando nació su miedo”, afirma la enfermera. Fue ahí cuando surgió el cuento, “para que entendieran que la vida y la muerte forman parte la una de otra, que es natural nacer y crecer, pero también morir”.
Para ella, hablar de la muerte con los más pequeños es necesario y de gran importancia. “Los niños perciben todo lo que sucede a su alrededor, situaciones, conversaciones, emociones… Por ello son tan importantes los mensajes que el niño recibe en sus primeros años de vida, dar respuestas a sus dudas desde la comprensión y el amor es fundamental para el correcto desarrollo psicoemocional del niño”, asevera Romero, que subraya que los adultos deben entender que la muerte está ahí y no se puede eludir porque “cuando el niño no encuentra respuestas su intranquilidad puede convertirse en miedo”. Además, es importante detectar cuándo estas situaciones perturban al menor. Problemas como insomnio, pesadillas recurrentes, déficit de atención, cambios significativos en su comportamiento hacia los demás o pérdida de apetito son indicativos de que algo puede estar ocurriendo y tienen que hacer sospechar.
Las enfermeras, como profesionales más cercanos al paciente, son las encargadas de dar apoyo y ayudar en muchos de estos casos. “Nos toca acompañar y sostener muchas situaciones. La mayoría de las veces es la vida la que se encarga de enseñarnos la manera de afrontar dichas situaciones y de gestionarlas favorablemente, aunque para ello haya que derramar muchas lágrimas detrás de una puerta cerrada o de un control de enfermería”, destaca. En este sentido, Romero considera importante tener “un recurso para todos esos enfermeros que trabajan día a día acompañando a personas en sus últimos momentos de vida”.
Tal y como ella misma explica, “Lucía y la luna no es sólo un cuento para niños, es un cuento abierto al mundo, un recurso para la familia”. En definitiva, la enfermera considera que “los niños han de conocer las diferentes etapas, pero han de saber transitar por ellas”. “Si queremos que nuestros hijos crezcan y se conviertan en adultos emocionalmente sanos, los adultos hemos de aprender a gestionar nuestras propias emociones, es nuestra responsabilidad, pues nosotros somos un espejo para ellos”, puntualiza.
El libro puede conseguirse a través de la página web www.hilosdeemociones.es o del correo electrónico de la autora: acuapicolina@gmail.com