MARINA VIEIRA.- Intolerancias, alergias alimentarias o anafilaxias, día a día los profesionales sanitarios de atención primaria atienden pacientes en sus consultas a los que se les ha diagnosticado alguna de estas patologías. Cómo saber si un producto lleva el alimento prohibido o cómo actuar ante una anafilaxia suelen ser las principales dudas que surgen en las consultas. En muchas ocasiones, el conocimiento de los sanitarios sobre la materia es insuficiente, por esta razón, Educaler organiza periódicamente talleres en los que enfermeros y médicos enseñan a sus compañeros a resolver las dudas más comunes de sus pacientes. “Hacemos unos talleres de las diferentes patologías que hay en alergia, en estos momentos hemos hecho el taller de alergia alimentaria. Enseñamos a qué se enfrentan los padres con niños con esta patología cuando van a hacer la cesta de la compra, o cómo descifrar el informe médico que se les da”, introduce María Jesús Vidorreta, enfermera pediátrica del servicio de alergia del Hospital General de Valencia y la sanitaria que dirige el taller de formación para formadores en salud.
En la piel de los pacientes
“En el taller de hoy nos han enseñado como actuar con niños, que tienen alergias alimentarias, ayudarles a hacer la compra, seleccionar los alimentos o identificar los alérgenos que están escondidos. Hemos aprendido técnicas para que ellos tengan más facilidad para descubrir estos alimentos”, explica María Maná, enfermera del Hospital Santa Caterina de Salt (Gerona) y una de las asistentes al taller. A través de una formación 100% práctica los sanitarios no sólo aprenden, se ponen en la piel de sus propios pacientes para así ser conscientes de las circunstancias a las que se enfrentan. “Nos han enseñado unas cartulinas en rojo, amarillo y verde para que los niños puedan colocar los alimentos con figuritas. Los prohibidos los colocarán en la cartulina roja, los dudosos en la amarilla y los permitidos en la verde. Así de una forma muy gráfica pueden ir aprendiendo como ir a comprar”, relata María Maná. Durante una hora, los sanitarios se meten en la piel de las familias y observan de cerca qué actos cotidianos, como llenar la cesta de la compra, se complican cuando se nos diagnostica una alergia alimentaria. Algo que Vidorreta considera fundamental porque considera que “a veces los profesionales estamos detrás de la barrera y no llegamos a implicarnos en la problemática”. Para dinamizar el taller, la enfermera Vidorreta reparte roles entre los participantes, cada uno de ellos asume el de un miembro de la familia y deben seleccionar los alimentos adecuados para él. “Nuestro niño tenía cuatro años que tenía alergia cutánea a crustáceos, mariscos y pescados. Nuestro caso era más sencillo porque no es una alergia como el huevo que está en muchos más alimentos. Pero hemos aprendido, que yo no lo sabía, que en algunos vinos puede haber gelatinas de pescado y hay que tener mucho cuidado”, especifica María Maná.
Etiquetado de alimentos

«Los alimentos deben llevar un etiquetado legible»
Otro de los grandes problemas a los que se enfrentan los pacientes que cuentan con un miembro alérgico a un alimento en su familia es a descifrar el etiquetado de los alimentos. Por esta razón, es otra de las materias que se abordan en la formación liderada por Vidorreta: “Los alimentos que van envasados deberían llevar según las últimas normas un etiquetado legible donde vayan destacados los alimentos más alergénicos. Como son la leche, el huevo o la soja. Según las normas europeas estos ingredientes que son más susceptibles de producir alergias deben aparecer en el etiquetado en negrita o en una letra mayor que el de los otros alimentos que lleva como ingredientes. También debe de ir en un lenguaje que las personas lo podamos entender. No puede decir ‘conservante número no sé cuantos’ si ese conservante equivale a la leche hay que poner que es leche para que sepas que directamente ese producto no lo puedes tomar”, aclara la enfermera pediátrica.
Educar en salud
“La enfermera y en general el personal sanitario debe educar, dar pautas de comportamiento, ayudar, escuchar y dirigirles a asociaciones de pacientes con esta patología donde les van a ayudar. Nosotros tenemos que saber qué hacer en caso de que tengan una trasgresión alimentaria, eso significa que es un alimento que estaba oculto dentro de otro alimento y entonces el paciente empieza con la clínica de reacción alérgica anafiláctica y se le establece un tratamiento”, cuenta Vidorreta.
Uno de los principales problemas a los que se enfrentan estos profesionales sanitarios es que, aunque su labor educacional con las familias es efectiva, luego los niños llegan al colegio y no cuentan con una enfermera escolar que haga seguimiento de estas pautas. “Me parece fundamental que en el colegio haya enfermeras escolares para los niños con patologías como anafilaxia, asma, diabetes o epilepsia, enfermedades en las que hay que actuar rápidamente cuando hay un brote y se necesita una persona que pueda responder rápidamente a estos brotes. Muchas veces no hay enfermera y ponen a otra persona que no está preparada con estos requisitos”, explica Vidorreta. “Teniendo en cuenta que cada vez más está creciendo el número de alergias y de anafilaxias alimentarias necesitamos una persona preparada para esta problemática en los colegios. Los padres estarían más seguros, los niños estarían controlados y todo funcionaría mucho mejor” reclama la enfermera pediátrica.
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