REDACCIÓN.- Una herida en un pie puede convertirse en una amenaza grave para la salud, especialmente si quien la sufre es paciente diabético. La diabetes es una de las enfermedades crónicas más prevalentes en todos los países occidentales y en España se estima que un 13,8% de los mayores de 18 años la padecen. Esta enfermedad conlleva el riesgo de una serie de complicaciones, de las que las denominadas úlceras de pie diabético son las más comunes. Estas heridas requieren hospitalización y son el desencadenante más frecuente de amputaciones en las extremidades inferiores.
“Aproximadamente entre el 5 y el 10% de estos pacientes diabéticos pueden sufrir una amputación, y en el 85% de los casos la amputación está precedida de una úlcera en el pie, por tanto, se trata del principal factor de riesgo. Cuanto antes cicatricen y menos se compliquen las heridas, menos amputaciones se provocarán”, explica el José Luis Lázaro, director clínico y jefe de la Unidad de Pie Diabético de la Universidad Complutense de Madrid. Pero una úlcera de pie diabético puede ser, además, generadora de bacterias resistentes a los antimicrobianos, lo que supone uno de los principales retos de salud pública actuales a nivel mundial.
Con estas premisas, Lázaro ha liderado un estudio con el que pretendía evaluar la eficacia del apósito de plata Biatain Silicone Ag en la cicatrización de pacientes con úlceras de pie diabético con infección local, valorando la evolución de las lesiones. La investigación, que acaba de ser publicada en el International Journal of Lower Extremity Wounds, demostró, además, que este tratamiento ha sido capaz de reducir la carga bacteriana sin necesidad de antibióticos, un hallazgo especialmente relevante, dado que “el uso racional de los antibióticos es una prioridad sanitaria a nivel mundial, y las úlceras crónicas son generadoras de bacterias resistentes”, explica el autor principal.
Este estudio es el primero que ha evaluado los efectos microbiológicos de un apósito de plata en pacientes con úlcera de pie diabético. Así, señalan entre sus principales resultados “la mejoría clínica de todos los pacientes tratados con este apósito en base al porcentaje de reducción del área de la úlcera, el número de pacientes que han conseguido la cicatrización y la reducción de la carga bacteriana”.
En concreto, cerca del 80% de los pacientes incluidos en el estudio, a los que se le administró el apósito dos veces a la semana, redujeron en más de un 50% el área de la úlcera después de seis semanas de tratamiento, con una reducción media del 70%. En solo cuatro semanas, la reducción media de la lesión fue superior al 60%. Cuatro de cada diez pacientes cicatrizaron por completo tras el tratamiento. En el momento de la inclusión en el estudio, la duración media de la herida era de 22,4 semanas.
Lázaro destaca, asimismo, que “el uso del apósito se asoció a una reducción significativa de la carga bacteriana de las úlceras, incluyendo bacterias patógenas como el Staphylococcus aureus, incluso las resistentes a la meticilina, enterobacterias, Pseudomonas aeruginosa y otros bacilos gran negativos, que son causantes de infecciones graves en estos pacientes”.