REDACCIÓN.- La pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto que «como sociedad global, hemos fracasado con las residencias de ancianos, residentes, familiares y personal», dejando al descubierto «deficiencias estructurales de larga duración, como la insuficiencia crónica» de plantilla. Así lo afirma una editorial publicada en la revista internacional JAMDA por un grupo de enfermeras en cuidados de larga estancia. La única experta española que participa es la profesora de la Facultad de Enfermería y Fisioterapia de la Universidad de Lleida (UdL), Montse Gea.

«Las condiciones laborales precarias caracterizadas por empleo a tiempo parcial, cargas de trabajo pesadas, medidas punitivas relacionadas con tiempo de enfermedad, salarios bajos y obligación de trabajar cuando están enfermos contribuyen a la crisis global de la plantilla», afirman en el artículo. Además, la prohibición de visitantes por la pandemia de Covidien-19 ha eliminado el apoyo frecuente de familiares y otros voluntarios, «exponiendo aún más las vulnerabilidades y consecuencias de la falta de personal crónica» y dificultando la futura contratación. «Dado que esta pandemia ha revelado y agravado públicamente las condiciones de trabajo precarias, se puede esperar razonablemente que el futuro reclutamiento de personal sea un reto aún mayor», aseguran.

El texto lo firman una veintena de profesionales, encabezadas por la canadiense Kathy McGilton, de países como Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, China, Japón, Hong Kong, Australia, Brasil, Suiza, Suecia y Noruega. Aseguran que «aunque los informes de expertos a nivel mundial no lo predicen, la mayoría de los trabajadores sanitarios que morirán por COVID-19 son personal de enfermería (enfermeras y auxiliares de enfermería) que trabajan en residencias de ancianos».

Las expertas de WE-Thrive hacen también una serie de sugerencias para mejorar las condiciones en las residencias de la tercera edad, divididos en cuatro áreas: dirección y orientación claras, mantenimiento de la salud del personal, políticas de recursos humanos e implementación de nuevos cambios clínicos. Entre las propuestas concretas, plantean herramientas de gestión del estrés para la plantilla, optimizar las prácticas de los estudiantes de Ciencias de la Salud, remuneraciones por riesgo y por enfermedad, y formación continuada para asegurar que el personal adquiera los conocimientos y las habilidades relacionadas con los nuevos cambios.

Para soluciones a más largo plazo, el consorcio de investigadores propone que, a nivel de política, se haga urgentemente un rediseño esencial de las residencias de ancianos a nivel mundial para combatir la pobre imagen pública dada, rehacer un sistema de financiación roto, mejorar las condiciones laborales del personal y enderezar la falta de datos significativos para hacer un buen control y desarrollar nuevas prácticas.

«Durante este tiempo sin precedentes de nuestra historia, deberíamos estar agradecidos a todo el personal que trabaja en residencias de ancianos. Son la fuerza de trabajo más valorada y, en algunos países, la olvidada. La pandemia COVID-19 hace prever las terribles consecuencias de no responder con urgencia «, concluyen. Precisamente hace pocos días se ha hecho público que el Estado español tiene la tasa más alta de muertes en residencias, unas 19.500 personas, que suponen un 72% de las víctimas de la COVID-19.