A. ALMENDROS.- No se conoce la causa del linfoma de Hodgkin. No se trata de una enfermedad infecciosa ni hereditaria, no existen factores medioambientales que estén claramente relacionados con su desarrollo y, aunque sí que en algunos casos se puede detectar la presencia del virus de Epstein Bar, no se conoce bien en el momento actual cual es la relación causal entre el virus y el desarrollo de la enfermedad. Y aunque de primeras el nombre y su asociación con la palabra cáncer asusta, es altamente curable. Eso sí, algunos supervivientes presentan secuelas o efectos secundarios de los tratamientos. Ahora, un estudio publicado en el American Journal of Nursing demuestra que la monitorización y el cuidado de la enfermería es clave para la supervivencia y la calidad de vida de estos pacientes.

«Los avances en el diagnóstico y el tratamiento han aumentado considerablemente el número de supervivientes. Sin embargo, muchos presentan efectos tardíos como cánceres primarios subsiguientes, enfermedad cardiovascular, toxicidad pulmonar o disfunción endocrina», argumentan los investigadores. Aunque los oncólogos y las enfermeras oncológicas son las que se encargan de esta tarea, los investigadores advierten de que «las proyecciones de futuro para 2025 apuntan a que estos serán insuficientes para responder a la creciente demanda de los servicios oncológicos». La Sociedad Americana de Oncología Clínica ha recomendado ampliar esa atención a otras áreas como la Atención Primaria, y las enfermeras son un eslabón clave en estos cuidados. «Su papel es fundamental para la calidad de vida de los supervivientes en diversos entornos y por ello, deben estar todas, independientemente de su área, familiarizados con los desafíos a los que se enfrentan y conocer las estrategias que hay que llevar a cabo», resalta el estudio.