GONZALO BOZA.- Mi gran noche no pasará a la historia como la mejor película de Alex de la Iglesia, de eso no cabe duda. El director que nos regaló pequeñas joyas como La Comunidad o la desconocida La chispa de la vida, se rodea aquí de caras conocidas de la pequeña pantalla para crear quizás, el mayor esperpento del año. No hay que ver este adjetivo como un descalificativo, simplemente como una exageración demasiado ida de madre en la que reparte a diestro y siniestro contra todo y todos.
La película tiene como eje que vertebra la historia la grabación de una gala de fin de año en la que se da cita lo peor, más rastrero y hortera del país. Hombres que buscan dinero a cualquier precio, cantantes acomplejados venidos a menos que quieren su minuto de gloria o personajes en busca de fama sea como sea, son algunos de los estereotipos que nos podemos encontrar.
Si bien es cierto que técnicamente los trabajos del director nunca defraudan, los personajes están demasiado caricaturizados, convirtiendo la cinta en un megachiste demasiado largo de principio a fin.
Sentido del humor
El nivel interpretativo es correcto, ni bueno ni malo, pe-ro en el que sí destacan tres de las actuaciones de la película. Mario Casas, interpretando a una especie de David Bustamante (en su época OT) con aires de Kurt Cobain, repite prácticamente su papel de ligón no muy avispado de Las brujas de Zugarramurdi. Blanca Suárez sorprende gratamente con un personaje totalmente distinto a los que ha interpretado y con algunos de los mejores puntos de la película.
Por último, Raphael interpretando a Alphonso, una cara B de sí mismo que asume con sentido del humor, creando al único personaje al que recordaremos de esta gran fiesta, algo fallida, que Álex de la Iglesia nos ha regalado. En definitiva; una cinta correcta, demasiado excesiva y pasada de rosca, que se deja ver, pe-ro no aporta nada nuevo al panorama cinematográfico actual.
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