ANA MUÑOZ.- Son muchos los factores físicos, psicosociales y sistémicos que influyen en la aparición y mala evolución de las úlceras por presión (UPP): la oxigenación, la edad, el uso de medicamentos, el padecimiento de enfermedades concomitantes, la incontinencia urinaria y/o fecal, el estado del sistema inmunitario, los hábitos tóxicos y, cómo no, el estado de nutrición e hidratación del paciente. Sin embargo, este último elemento podría no estar atendiéndose lo suficiente, según señala la enfermera Isabel Sierra Setién, autora de un estudio publicado en la revista Nuberos Científica -que edita el Colegio de Enfermería de Cantabria que intenta demostrar que la malnutrición está directamente relacionada con la gravedad y la incidencia de las UPP. Sierra es Máster en Gestión Integral e Investigación en los Cuidados de las Heridas Crónicas por la Universidad de Cantabria y trabaja en el Instituto de Investigación de Valdecilla (IDIVAL).

La tesis que defiende esta enfermera se fundamenta en que, al  disminuir la ingesta calórica y la albúmina sérica, disminuye también la tolerancia de la piel y el tejido subyacente a la presión, fricción y a las fuerzas de cizalla. Si esto además se asocia con una pérdida de peso (masa magra), se produce una reducción del grosor de la piel, del tejido celular subcutáneo y de las grasas que recubren y almohadillan las prominencias óseas, quedando las estructuras óseas más descubiertas y por tanto, con menos capacidad de resistencia ante la presión. Por eso la nutrición es tan importante.

Un problema minusvalorado

A pesar de ser uno de los problemas de salud más antiguos y de que se conoce que hasta el 95% de las UPP son evitables, las cifras de prevalencia siguen siendo a día de hoy desalentadoras: según el tercer Estudio Nacional de Prevalencia de Úlceras por presión de España todavía encontramos que la prevalencia en Atención Primaria de Salud es de un 5,89%, en hospitales es del 10,05% y en centros sociosanitarios es del 7,35%. Todo esto supone un coste aproximado del 5% del gasto total en salud.

¿Cuál es la razón de esta prevalencia tan elevada? Según explica Sierra a Diarioenfermero.es, se debe a que “a pesar de todo, sigue existiendo una minusvaloración al respecto. Aunque teóricamente se conocen la mayor parte de los factores que pueden favorecer la aparición de UPP, en la práctica no se toman las medidas oportunas para prevenirlos, bien sea por falta de tiempo, de medios o de ambas cosas”. La valoración nutricional normalmente sólo se lleva a cabo, asegura Sierra, “en aquellos pacientes que tienen problemas con su alimentación hace días o que están perdiendo peso rápidamente, detectando el problema tarde y dejando a un gran número de pacientes sin diagnosticar”.

Un posible solución: instaurar el MUST

En su estudio, Sierra explica que “en España sólo tenemos validado un instrumento de cribaje, el MNA (Mini Nutritional Assessment) y su versión corta, el MNA-SF (Short Form), por lo que queremos ampliar las posibilidades validando el MUST (Malnutrition Universal Screening Tool) y demostrando la relación entre la nutrición y la aparición de UPP”. De hecho, Sierra recuerda que ya existen estudios anteriores que demuestran que entre un 43,2% y un 65,6% de los pacientes con UPP tienen algún grado de desnutrición. Por todo esto, explica, “es fundamental una correcta valoración del estado nutricional del paciente y de la lesión para poder establecer un correcto plan terapéutico nutricional”. Para implantar el MUST habría que traducirlo y adaptarlo antes al castellano.

Sierra defiende que la herramienta de cribado nutricional MUST es rápida, objetiva y fácil de utilizar. “Si resulta que tiene una alta sensibilidad y especificidad, facilitaremos el trabajo diario de todo el personal de enfermería, podremos establecer un correcto plan terapéutico nutricional que satisfaga sus necesidades calórico-nutricionales y así poder reducir el tiempo de curación de la lesión y ganar en calidad de vida”, asegura.

La utilidad del proyecto que propone esta enfermera radica en que, si consigue que se implante una herramienta de cribado nutricional como parte de la valoración de enfermería al ingreso de un paciente, podría evitarse un gran porcentaje de UPP que son diagnosticadas durante el tiempo que los pacientes permanecen ingresados. Además, añade Sierra, “evitaríamos los numerosos efectos secundarios a la malnutrición, como son la falta de cicatrización, disminución de las defensas, etc.”.

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