ÁNGEL M. GREGORIS.- En los últimos años, el uso medicinal del cannabis es un tema de debate en todo el mundo. Canadá acaba de legalizar su consumo y en otros países como Suiza cada vez son más las voces que abogan por una mayor investigación sobre este asunto. Actualmente, el tetrahidrocannabinol (THC) se utiliza en el campo médico para tratar ciertos tipos de dolor, calambres musculares, mareos y pérdida de apetito. Sin embargo, es un narcótico ilegal y, en consecuencia, puede provocar efectos secundarios.
El THC en su forma pura se aisló por primera vez del cannabis en 1964 y hasta ahora se pensaba que era la única planta que lo producía y en 1994, el fitoquímico japonés Yoshinori Asakawa descubrió una sustancia en la planta radula, que estaba relacionada con el THC y que la llamó “perrottetinene”. Es en este producto en el que los átomos individuales están unidos entre sí de una manera similar a la del THC, pero difieren en su estructura tridimensional y, además, exhiben un grupo bencilo adicional.
Hace unos años, Jürg Gertsch, del Instituto de Bioquímica y Medicina Molecular de la Universidad de Berna, descubrió que las hepáticas se estaban anunciando en Internet, pero no se sabía nada sobre los efectos de la sustancia. Tras comparar bioquímica y farmacológicamente el THC y perrottetinene, pudieron demostrar que este último llega al cerebro con mucha facilidad y que, una vez allí, activa específicamente los receptores de cannabinoides. Asimismo, demuestra un efecto antiinflamatorio más fuerte en el cerebro que el THC, algo que hace que el perrottetinene sea particularmente interesante cuando se considera su potencial aplicación médica. «Es sorprendente que sólo dos especies de plantas, separadas por 300 millones de años de evolución, produzcan cannabinoides psicoactivos”, afirma Gertsch en un estudio publicado en Science Advances.
En anteriores estudios se demostró que las dosis bajas de THC tienen un gran potencial terapéutico con varias enfermedades crónicas, pero hasta la fecha rara vez se utiliza porque en dosis más altas la sustancia tiene un fuerte efecto psicoactivo y es un narcótico ilegal y, por lo tanto, controlado. Andrea Chicca, miembro del personal científico del grupo de Jürg Gertsch, considera necesario desarrollar el uso terapéutico del perrottetineno o sustancias similares: «Esta sustancia natural tiene un efecto psicoactivo más débil y, al mismo tiempo, es capaz de inhibir los procesos inflamatorios en el cerebro», apunta.
Un Comentario
Otilia Beltram
Genial justo esto es lo que me faltaba para terminar mi trabajo, al fiiiiin T.T GRACIAS!