AMAIA FERNÁNDEZ.- Hablar de Cuzco, en Perú, conlleva casi inevitablemente evocar un sinfín de emociones; de emociones procedentes de la experiencia de un viaje que no se puede olvidar, de la imagen de Machu Picchu, de las exóticas llamas, las tradiciones milenarias, de una gastronomía incomparable e incluso de la existencia de grandes imperios y espectaculares conquistas. Es hablar de un pueblo con una cosmovisión extraordinaria que considera que la naturaleza, las personas y la Pachamama (Madre Tierra) son un todo integrado que vive en una relación perpetua y armoniosa. Viajar a Cuzco te hace admirar la historia —en esta zona se encuentran las primeras civilizaciones andinas y tiene el honor de ser la cuna del Imperio inca—; te permite valorar el medio ambiente —se reconoce una diversidad de pisos ecológicos con una fauna y flora inigualable—; te regala olores —la variedad gastronómica es producto de su historia, ingenio y mestizaje— y también colores —los ponchos y aguayos, trajes típicos peruanos, son una explosión de colores vivos y alegres—.
Desigualdad
Pero hablar de este departamento también es hablar de desigualdad, de pobreza y exclusión, sobre todo en el ámbito rural, donde vive la población más vulnerable (principalmente poblaciones indígenas y mujeres). Un análisis de la situación social y económica de la zona nos permite conocer uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la población cuzqueña: la desnutrición y malnutrición. En Huancarani, un pequeño distrito situado al este de la ciudad de Cuzco, de apenas 7.000 habitantes, Enfermeras Para el Mundo está trabajando para mejorar el estado nutricional y hábitos saludables de la población, donde las cifras son alarmantes: el 35,4 % de niñas (36,4 %) y niños (34,4 %) menores de cinco años de edad presentan desnutrición crónica y aun cuando la malnutrición crónica ha disminuido en los últimos años, en la zona rural la tasa duplica la proporción nacional.
El porcentaje de menores de 6 a 36 meses con anemia continúa siendo muy elevado (46,8%) y esto, sumado a que cerca del 20% de los hogares no dispone de red pública de agua y el 36%, de red pública de desagüe, pone en especial riesgo la salud de este grupo de población. En el caso de las mujeres, y más específicamente en las mujeres gestantes y en período de lactancia, se constata un serio aumento de casos donde existe un déficit de peso, que afecta a 1 de cada 9 mujeres. Del mismo modo, más del 20%, de las mujeres de 15 a 49 años tiene anemia.
En general, la dieta alimentaria en Huancarani no es equilibrada; la baja ingesta de nutrientes y proteínas de las familias se debe principalmente a la poca diversidad que existe de las especies para autoconsumo y el excesivo cultivo basado en carbohidratos. Se constata, además, una grave pérdida de la práctica de cultivos tradicionales, así como de las especies de los bosques. Destaca, asimismo, la incidencia de problemas de salud en materia de parasitosis y gastroenteritis. Esto se debe a que, por un lado, las familias tienen poco conocimiento de la necesidad de mantener unas pautas de higiene y cuidado de la salud y hay un desconocimiento generalizado acerca de los servicios de salud disponibles; y, por otro lado, el agua se está convirtiendo en un foco de inseguridad y riesgo sanitario como consecuencia de la inexistencia de servicios e infraestructuras básicas a este nivel.
Educación
Frente a esta situación, Enfermeras Para el Mundo y el Instituto de Educación y Desarrollo Agropecuario “Pachamamata Ruruchisun” están llevando a cabo, con el apoyo del Cabildo de Gran Canarias, varias intervenciones para promover la educación sanitaria y mejorar las condiciones nutricionales y hábitos de higiene de la población a través el refuerzo de capacidades para mejorar los cultivos familiares, acciones de información, sensibilización y educación para la adquisición de hábitos saludables en higiene corporal y refuerzo de competencias para la mejora del almacenamiento, recolección, tratamiento, disposición y aprovechamiento de residuos sólidos. Este proyecto beneficiará directamente a 35 mujeres gestantes y en periodo de lactancia, así como a un centenar de menores de esas comunidades.
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