MARINA VIEIRA.- “Estaba trabajando en una UVI y nos tocó atender a un paciente que se había caído de un andamio. Le tuve que poner opioides – una medicación que tiene un control muy específico-. Se me cayó la jeringa que tenía preparada para el paciente. Y dije ‘me he quedado sin medicación. Esto no puede ser’. Entonces busqué un portajeringas, quería comprarlo, fui a mirar en todos los buscadores de internet y no había nada. Ni en el mercado chino. Por eso intenté fabricarlo”, introduce Ana María Cintora, enfermera e investigadora. Así es como esta enfermera inventora empezó a idear lo que ahora mismo se ha convertido en una patente que ya se ha hecho realidad gracias a Andaltec, un centro de innovación tecnológica de Andalucía.
Proceso de creación
Cintora lo tuvo claro desde el principio, si el dispositivo no existía, su labor iba a ser crearlo. Para ello, buscó ayuda en su entorno. “Óscar Chinarro, un aparejador que ya
conocía, hizo el primer modelo. Era lo que necesitaba para poder llevar ampollas aparte de medicación. A la hora de construirlo me di cuenta de que era demasiado grande para el espacio que tenemos habitualmente en las ambulancias. Necesitaba algo más pequeño. Esto es como cuando creas un traje: primero lo diseñas y después te lo pruebas”, ejemplifica la enfermera.
El elemento iba evolucionando según iban haciendo pruebas, “con el modelo 3D vimos cómo era el portajeringas y qué utilidad tenía. Estaba bien. Pero me parecía un poco grande. Inicialmente lo había diseñado para las jeringas que utilizamos en nuestro medio asistencial. Lo que pasa es que el diámetro de las jeringas depende de la empresa que las fabrica: algunas son de 1 cm y otras 1,2 cm. Si solamente vale para las que habitualmente utilizamos, me plantee qué pasaría si cambiamos” añade Cintora.
Tras desarrollar esta primera versión, y al comprender que no existía nada parecido en el mercado, decidió que debería registrarlo “el primer modelo que hice lo presenté como modelo de utilidad y tardaron aproximadamente ocho meses en aprobármelo”, relata Cintora.
Patente
Mientras se estaba formalizando el registro del invento como modelo de utilidad, Cintora estudiaba un experto en gestión de proyectos europeos. Fue ahí donde encontró la oportunidad para que su proyecto creciese. “Una compañera trabajaba en el centro de investigación, desarrollo e innovación de Andaltec de Jaén, específicamente innovando en plásticos. Una sinergia perfecta. Gracias a ella me puse en contacto con la empresa, les compartí mi idea y desde marzo de 2020 hasta julio hemos trabajado de forma conjunta en cómo podría ser el portajeringas más adecuado que valiese para estar en una ambulancia o en sitios de difícil acceso”, relata.
Gracias al trabajo conjunto con el centro de innovación andaluz lo que, en un principio, era un modelo de utilidad ha pasado a ser una patente. “La sinergia con Andaltec ha permitido desarrollar un producto mucho más innovador que el que ya teníamos. Lo que antes era un modelo de utilidad ahora ya es una patente. Hemos creado no solamente algo para poder llevar jeringas sino una bandeja plegable, portable con jeringas”, reconoce la investigadora. “Andaltec consiguió diseñar una bandeja que pudiera plegarse cuando no lo utilizas y ponerse en horizontal cuando lo necesitas. Lo cual te permite mejorar los espacios y la agilidad de movimiento. Además, hicieron un modelo para que cualquier tamaño de jeringa sea admisible” añade.
Múltiple utilidad
Tal y como defiende su creadora, la ventaja del portajeringas no es únicamente en las ambulancias. “Es útil también en cuidados domiciliarios o en residencias de ancianos. Cuando en las residencias tienen que dejar medicación a los ancianos con jeringas tampoco hay nada para poder llevarlo organizado”, refleja Cintora. Además, también es útil en quirófano y puede suplir la falta de una bandeja estandarizada. “Tiene aplicación desde extrahospitalaria, a un quirófano, pasando por un accidente en
alta montaña”, enumera Cintora.
Además, su funcionalidad no se queda en la comodidad. Gracias al material con el que fue fabricado es autolimpiable lo que mantiene, aún más, la seguridad de que la medicación queda bien protegida. “Hemos buscado que se pueda hacer una asepsia para que se pueda utilizar de forma segura con el siguiente paciente. Es de polipropileno, el mismo plástico que se utiliza en los tuppers y biberones. Se mete al microondas con un poco de agua dos minutos a una carga media y ya te permite poder utilizarlo con otro paciente”, explica Cintora.
En este momento, la enfermera se encuentra trabajando para llevar a cabo la start up que le permita desarrollar el producto en el mercado y, de este modo, comercializarlo. Un invento que suple una necesidad y que sin el trabajo de esta enfermera no hubiese sido posible. Una muestra más de que la investigación es uno de los puntos fuertes de la profesión enfermera.
Un Comentario
Alberto
Raro es que no exista nada. A principio de los 80 yo hacía los avisos domiciliarios con un porta agujas/jeringas, creo que marca Ico, que puede usarse perfectamente para ese fin.