El pasado 20 de mayo el tranvía de Zaragoza registraba un nuevo atropello. Un hombre de 58 años montado en un patinete quedaba atrapado por uno de los convoyes que circulaban por la zona universitaria de la ciudad. La dramática situación fue abordada en los primeros instantes por los viandantes que se encontraban en el lugar, entre ellas una enfermera: María José Segado Jándula. Gracias a su intervención, junto a otros profesionales y peatones, pudo salvar la vida de la víctima. 

María José nació en Arjonilla, en la provincia de Jaén, hace 33 años. Tras finalizar sus estudios en la Universidad de Huelva decidió probar suerte en Aragón tras escuchar de compañeras de carrera sobre las oportunidades laborales y de calidad de vida existentes a orillas del Ebro. En 2016 llegó a Zaragoza comenzando su periplo laboral en la Comunidad Autónoma. En primer lugar, trabajó en residencias para mayores, posteriormente comenzó a trabajar en el Hospital Universitario Miguel Servet, en servicios de UCI polivalente y UCI neonatal. Desde marzo del 2020 y durante toda la pandemia estuve trabajando en planta COVI del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa hasta el día de hoy donde me encuentro trabajando en planta de hospitalización de lactantes (niños de 0 a 3 años) del mismo hospital.

En el momento previo al accidente, ¿hacia dónde ibas? ¿cuál era tu plan para ese martes?

En el momento previo al accidente me dirigía hacia mi casa que se encuentra cerca de plaza San Francisco. Venía de dejar a mi hija en el colegio. Normalmente para la hora en la que ocurrió el accidente ya me suelo encontrar en mi domicilio, pero justo ese día me paré a hablar con una mamá, su hija va a clase con la mía, ya que había sido de nuevo madre y aún no había tenido la oportunidad de felicitarla y conocer a la recién nacida. La demora de ese día hizo que estuviera por la zona a la hora del accidente. Mi plan para ese día era llegar a casa y ponerme a estudiar ya que estoy preparándome para la próxima oposición de enfermería del Servicio Aragonés de Salud.

¿Cómo viviste esos primeros momentos tras el arrollamiento? ¿Qué se te pasó por la cabeza?

En el primer momento escuché a la gente gritar y un ruido fuerte metálico. A continuación, y cuando el tranvía terminó de parar empecé a ver mucho alboroto de gente. Mientras tanto aceleré los pasos y crucé el paso de peatones para dirigirme al lugar del accidente del que me separaba escasos metros. Mientras caminaba mi cabeza me empezó a ir a mil por hora. Pensé, “María José, lo más probable es que una persona haya quedado atrapada debajo del tranvía (como desgraciadamente ya pasó en diciembre), y poco o nada se pueda hacer”, pero a la vez pensaba: “¿y si por el contrario la persona está viva y necesita de unos primeros auxilios?”, realmente todavía no lo sabía… yo seguía caminando, por si afortunadamente seguía vivo y podría precisar de asistencia urgente.

Todo esto se me pasó por la cabeza hasta que me abrí paso entre la multitud y me encontré a José, tirado a todo lo largo sobre el suelo de la parada del tranvía con su brazo izquierdo por encima de su cabeza tapándola, con el miembro inferior derecho seccionado a la altura de mitad de la tibia y peroné y un sangrado muy activo en el otro miembro inferior. En ese momento dije en tono alto ¡soy enfermera! y escuché una voz a mi derecha que me dijo soy médico y trabajo en la unidad de preventiva del Servet. Al segundo le pregunté “¿está vivo?”. Nos agachamos y tras estímulos verbales José retiró su brazo dejando ver su cara y emitiendo alguna palabra que no recuerdo.

Inmediatamente no nos dijimos nada más, yo tiré mi mochila atrás, me arrodillé y empezamos a gritar, “¡necesitamos cinturones! ¡cinturones! ¡cinturones!” y literalmente nos empezaron a llover cinturones que la gente no dudó en desprenderse de ellos para ayudar a realizar los torniquetes.

¿Puedes relatarnos cómo fue la intervención hasta la llegada de los servicios de emergencias?

María Teresa, médico del Hospital Miguel Servet, controló nivel de conciencia de José durante todo momento, y aprovechamos que estaba consciente para hacerle preguntas sobre si estaba anticoagulado o a quien teníamos que avisar. María Teresa cogió también su DNI, y es que queríamos recabar la mayor información posible por si perdía el conocimiento en algún momento. Ya con el primer cinturón en la mano escuché una voz de una persona que se encontraba a mi izquierda y a los pies de José que me dijo “dime que hago para ayudarte”. Le pedí que me levantara el miembro para que yo pudiera pasar el cinturón por debajo. También le pedí que me ayudara con la pierna contraria para levantar la ropa todo lo que pudiéramos para localizar el punto sangrante y aplicar debidamente el torniquete por encima. La persona que me ayudo en esta labor fue un operario de la limpieza que se encontraba trabajando en plaza San Francisco cuando ocurrió el accidente y no dudó en ir a ayudar.

A posteriori llegó Policía Nacional y Bomberos. Fue entonces cuando la policía suministró dispositivos especiales para realizar torniquetes. Un policía lo aplicó en una pierna, y otro policía y yo aplicamos otros dos de los dispositivos en la otra con un total de tres torniquetes. Una vez terminamos no podíamos nada más que esperar a los servicios sanitarios que estaban teniendo algún problema para poder entrar a la plaza, ya que había atasco de coches. Antes de irse le dije a José que, si se encontraba mareado y me dijo que no, que se notaba que se le había empezado a dormir las piernas. Le dije que todo iba a salir bien. Entonces me contestó que tenía mala suerte y yo le respondí que no había tenido mala suerte, que estaba vivo y eso no es de tener mala suerte, porque, aunque haya perdido la pierna, ha conservado la vida, y eso para todas las personas que lo conocen y lo quieren seguro que es el mayor regalo, que José esté con ellos.

¿Alguna vez habías vivido algo similar o escuchado o conocido a alguna compañera o compañero que hubiese tenida una experiencia similar?

Nunca he vivido algo similar. Tampoco conozco a ningún compañero que lo haya vivido de manera extrahospitalaria y fuera de nuestro horario laboral.

¿Cómo te ayudó tu experiencia laboral para enfrentarte a la situación y de qué manera?

Yo en mi carrera como enfermera nunca he trabajado en atención extrahospitalaria, ni siquiera en servicios de urgencias. He hecho rotación sobre todo por UCI y hospitalización, lo cual es complicado que en mi vida laboral me encuentre ciertas situaciones de necesidad asistencial como la ocurrida. Da la casualidad de que hacía dos semanas (como ya he comentado antes) tuve la clase de urgencias y emergencias en la academia que me está preparando para la oposición y un tema a tocar fueron los torniquetes. Por lo cual tenía conocimientos bastante frescos sobre la materia.

Ahora, después de la tensión y ansiedad del momento, ¿cómo te sientes?

Durante el día del accidente y el día posterior no podía dejar de pensar en lo que había pasado. De hecho, con compañeros y familia estuvimos tratando bastante el tema. Me costaba concentrarme en mis tareas diarias. Ahora que han pasado los días estoy tranquila y centrada. Esta mañana me he enterado por periódicos digitales que José ha salido de la UCI después de una semana. He recibido la noticia con gran alegría. Le deseo de corazón la mejor y la más pronta recuperación. Cuando le pones cara a las personas en estos sucesos parece que los haces más tuyos.

Aunque sea difícil por las circunstancias, en clave enfermera, ¿qué conclusiones extraes de lo que has hecho?

La conclusión que saco de esto es que a veces la vida te pone en determinadas situaciones que, por tus conocimientos, habilidades o simplemente por tus ganas de ayudar, pueden ser clave para la supervivencia de las personas.

En el caso de los sanitarios, por nuestra profesión que es algo que elegimos porque nos gusta ayudar a los demás de la manera en que lo hacemos, contamos con la ventaja de contar con esos conocimientos teórico-prácticos para manejar determinadas situaciones. Pero también creo que, aunque no se sea personal sanitario, en la población general, las nociones básicas de primeros auxilios pueden llegar a ser fundamental en estos casos.

Quería dar las gracias al Colegio de Enfermería de Zaragoza por querer dar luz a lo que viví aquel día. Creo que los enfermeros llevamos la enfermería en el corazón y eso no se puede evitar. No quería terminar esta entrevista sin reseñar que fueron muchas las personas que ayudaron desde sus posibilidades; dando su cinturón, hubo una mujer que recogió y protegió nuestros bolsos (ya que los tiramos al suelo sin mirar y despreocupándonos de ellos con nuestros enseres personales cuando nos agachamos a auxiliar), o la llamada al teléfono de emergencias. Es increíble y maravilloso cuando el ser humano se ayuda entre sí.

Adrián Matute