JAVIER IRURTIA.- Nadie sabe mejor que las enfermeras de urgencias pediátricas lo difícil que resulta muchas veces extraer sangre o coger una vía a un niño. Para facilitar este procedimiento, a Montse De Prada Pérez, enfermera de la Unidad de Urgencias de Pediatría del Complejo Hospitalario de Navarra (CHN), se le ocurrió un sistema tan aparentemente sencillo como realizar la punción con el niño abrazado a su madre o padre.

“Un día me llamaron una compañeras porque no había manera de pinchar a un crío. Llegué a la consulta y el niño estaba en la camilla llorando desesperado, con la cara completamente enrojecida. Como se encontraba fuera de sí, propuse que le dejaran para que se tranquilizara. Se levantó de la camilla, se sentó a horcajadas sobre su madre, que estaba en una silla, y se abrazó a ella. Me fijé que dejaba los brazos por detrás de su madre, a ella le pedí que siguiera abrazándolo con fuerza, le cogí la mano y le pinché sobre la marcha”, recuerda Montse De Prada.

Menos estrés para el niño y menos personal

Este descubrimiento casual ocurrió hace un año y, desde entonces, seis enfermeras de la Unidad lo vienen aplicando a todo paciente pediátrico susceptible de que se le realice esta práctica. “Hasta ahora, teníamos que inmovilizar al niño en la camilla. Si se oponía, para pincharle era necesario que le sujetaran dos y, según la edad, hasta tres compañeras”, relatan Montse De Prada y sus compañeras Ana Gadañón Garriz, Edurne Lecea Malagón, Alba Moreno Barral, Mayra Romeo Arriola y Sofia Vega García.

Así, su experiencia en estos meses les ha demostrado que la “técnica Deprada”, como ellas la han bautizado, resulta efectiva para reducir el estrés del paciente pediátrico. “Evitando la palabra pinchar, que les horroriza, al niño siempre le avisamos de que va a sentir un pellizco o una picadura de mosquito, dependiendo de la edad. Notan el pinchazo, pero al sentirse protegidos por su padre o madre, reaccionan con mucha más tranquilidad. Además, al conseguir que el niño apoye la cabeza en el hombro contrario al que estamos trabajando, el progenitor con su cabeza le impide que vea el procedimiento”.

Y también requiere menos personal. “Es suficiente con una enfermera y una auxiliar: una pinchando y la otra cargando los tubos de analítica. Además, le pedimos a la madre o padre que se siente en la silla de espaldas a la camilla y vamos dejando ahí el material”, concreta Montse De Prada.

Así como la tetalnagesia o el empleo de glucosa aparecen en la literatura científica como métodos calmantes para los bebés a la hora de realizarles una punción u otro procedimiento, estas enfermeras no han encontrado ninguna publicación sobre algún sistema similar para niños de más edad.

Colaboración de los padres

También la técnica Deprada tiene ventajas para los padres: “Además de que están más tranquilos porque su hijo no lo pasa tan mal, para nosotras resulta más fácil trabajar ya que, al situarte detrás del progenitor, no ve qué estás haciendo, pues presenciar un pinchazo a tu hijo siempre resulta duro”. Eso sí, requiere de su colaboración: “Muchas veces les ponen vídeos en el móvil y eso les tranquiliza”. Además, añaden, “siempre procuramos transmitir un mensaje positivo al padre o madre, destacando lo bien que lo sujetan o cómo nos han ayudado. Y eso les reporta también satisfacción”.

Una vez trancurrido un año desde que se ideó este método, y después de que compañeras del laboratorio de extracciones pediátricas del Centro de Consultas Externas “Príncipe de Viana” les hayan pedido que graben un vídeo para aprender a realizarlo, el siguiente paso que se plantean estas enfermeras de Urgencias de Pediatría es realizar un estudio que demuestre con datos las ventajas de la técnica Deprada. Igualmente, tienen previsto elaborar un protocolo para la aplicación de la técnica.

Humanización

Por otro lado, dada la orientación del procedimiento a mejorar el bienestar del paciente, estas enfermeras consideran que puede sumar a la Estrategia de Humanización del Sistema Sanitario Público de Navarra, puesta en marcha el pasado otoño. “Al mismo tiempo, da cumplimiento a la Carta Europea de los Niños Hospitalizados, aprobada por el Parlamento Europeo en 1986, que establece que las y los niños tienen derecho a estar acompañados durante su permanencia en el hospital, el máximo de tiempo posible, por sus padres y madres o por la persona que los sustituya, no como espectadores pasivos sino como elementos activos de la vida hospitalaria. Teniendo en cuenta que el ejercicio de estos derechos no deben perjudicar en modo alguno ni obstaculizar la aplicación de los tratamientos a los que haya que someter al niño”, concluyen.