ÁNGEL M. GREGORIS.- La implantación de certificados ISO y UNE como normas de gestión de calidad específica tendría que traducirse en mejorar los servicios sanitarios, aumentar la seguridad del paciente y equilibrar el gasto, pero no siempre es así. En muchas ocasiones esto supone un factor estresor desencadenante para los profesionales, ocasionando así un aumento del “burnout” o síndrome del trabajador quemado, que empeora la calidad de vida del sanitario y con ello la atención de los pacientes. De ahí la importancia de hacer una implementación de las metodologías de calidad asistencial de forma programada en el tiempo, medible y alcanzable.
Así se desprende del trabajo de fin de máster del enfermero David Delgado “Estrés y burnout en las unidades de enfermería de hospitalización. El valor de la experiencia humana”. Es en este estudio donde Delgado busca “conocer la percepción de los profesionales de enfermería, su interés constante y el aumento de la incidencia por la aparición de nuevos factores desencadenantes”. “Son los especialistas en la gestión del cuidado los que diariamente se exponen a situaciones que la literatura no puede abordar. Son sentimientos y emociones que, como seres humanos, les lleva a tomar decisiones concretas, basadas en situaciones concretas. El aquí y ahora no siempre están revelados ni enseñados”, explica el enfermero, responsable asistencial de un centro sociosanitario de Madrid.
Tras algunos años, Delgado asegura que “he podido comprobar el impacto personal y profesional que ha supuesto la introducción de métodos de gestión para los integrantes de enfermería”. En este sentido, puntualiza que han aumentado “la desmotivación, el desgaste profesional y la despersonalización de la atención enfermera”.
“El ser humano es complejo y sus acciones no se pueden reducir a preguntas cerradas. Hay que valorar cada situación dentro de la realidad que vive el trabajador, hay que acudir a los escenarios donde actúan y comprenderlas como un todo, nunca de forma aislada”, explica.
El burnout se caracteriza por apatía y no poder dar más de sí en el ámbito emocional y afectivo. Tal y como subraya, “las enfermeras tienen un componente humano, innato e inherente a la profesión y esto les hace ser más vulnerables ante el burnout”. De entrada, a este síndrome le ocurre como a otras enfermedades, en las que los propios pacientes deciden silenciarlo para evitar su propia estigmatización.
“El agotamiento emocional, la despersonalización y el sentimiento de no estar realizado como profesional ni como persona conllevan a la frustración del personal de enfermería, que ve mecanizadas sus acciones y controladas hasta el punto de inhibir la propia decisión y criterio enfermero”, destaca Delgado, que, tras analizar los datos obtenidos en multitud de estudios, resalta que la enfermería presenta niveles altos de despersonalización.
En este sentido, asevera que “un alto porcentaje del personal sanitario no estaba de acuerdo con los métodos de la estructura organizacional y apuntaba una falta de proyección y reconocimiento del rol de las enfermeras, provocando así un distanciamiento hacia los usuarios”. Por esto, “una enfermería desmotivada perjudica la atención y resultados de los cuidados”.
Delgado insiste también que “es imprescindible tomar medidas al respecto o como profesionales de enfermería nos veremos abocados al encajonamiento de nuestras competencias y habilidades en pro de un sistema organizacional que corre el riesgo de alejarse del sentido más innato de nuestra profesión, el valor humano de las personas”.
Por último, el enfermero concluye que “aquellas organizaciones que promuevan un ambiente laboral satisfactorio, que cumpla con las expectativas individuales y de grupo de sus enfermeros, logrará, no sólo conseguir la implantación de métodos y sistemas de calidad, que les posicione mejor en el mercado, sino también un aumento de la calidad percibida por los usuarios”.
Esta situación, que ya estaba latente desde hace años, ha cobrado todavía más importancia si cabe por la actual pandemia, en la que se ha visto que esto ya era un problema al prestar la atención y que ahora se hace más notorio.
Es posible conseguir este trabajo? Podrían pasar un link? Estariamos interesados en leerlo si es posible. Muchas gracias
Creo que está errado el tiro. El problema de la Enfermería es que no tiene asignado un papel diferencial en la sanidad, relegándose a meros comparsas de los médicos, farmacéuticos….. Vamos a ver, en las profesiones sanitarias el médico tiene funciones específicas y propias: diagnóstico y tratamiento médico o quirúrgico, el farmacéutico: el universo de los medicamentos y asesoramiento sobre los mismos, el podólogo: tratamiento médico o quirúrgico u ortopédico de los trastornos del pie, el fisioterapeuta: diagnóstico y tratamiento de trastornos musculoesquéticos, fundamentalmente (osteopatía visceral, cráneo-sacra……). Y las enfermeras ¿qué función rpia tienen?. Teniendo ésto en cuenta ¿cómo no va a haber desmotivaciñon si no tienen una función específica hacia donde dirigir su actividad de forma autónoma. No tienen una proa que diriga sus funciones y lógicamente se queman. Ya sé que hay una Ley de Profesiones Sanitarias. ¿Y?. ¿Les ofrece una finción específica?.