ÁNGEL M. GREGORIS.- El ranibizumab (Lucentis) es una alternativa segura y efectiva a la terapia con láser para el tratamiento de la retinopatía diabética proliferativa, tal y como ha confirmado un ensayo clínico realizado por la Red de Investigación Clínica de Retinopatía Diabética y publicado en el Journal of the American Medical Association (JAMA).
Los investigadores compararon los resultados que ofrece este medicamento y los que se consiguen con la terapia con láser llamada fotocoagulación de dispersión, que es el tratamiento habitual para esta patología desde mediados de los años 70.
“Los resultados de esta investigación han demostrado el primer gran avance en 40 años. Esto evidencia una alternativa segura y efectiva a la terapia con láser”, afirma Paul A. Sieving, director del Instituto oftalmológico Nacional (NEI) de Estados Unidos.
La terapia con láser se convirtió en el tratamiento estrella para la retinopatía diabética proliferativa después de que el NEI lanzase un estudio en 1976. A pesar de que esta terapia preserva eficazmente la visión central, puede dañar la visión nocturna y de lado, y por este motivo los investigadores han buscado terapias que funcionan igual o mejor que el láser, pero que no tienen esos efectos secundarios.
Esta patología, que surge tras una complicación de la diabetes, puede dañar los vasos sanguíneos en la retina sensible a la luz en la parte posterior del ojo. Además, a medida que la enfermedad empeora, los vasos sanguíneos se hinchan más, llegando a perder su capacidad de funcionamiento.
La retinopatía diabética proliferativa surge cuando la falta de flujo sanguíneo en la retina hace que aumente la producción de una sustancia llamada factor de crecimiento endotelial vascular que estimula el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos anormales. Estos vasos recién formados son propensos a sufrir hemorragias en el centro del ojo y a menudo requieren que se realice una vitrectomía para limpiar la sangre porque pueden llegar a causar hasta desprendimiento de retina. Ahora, los investigadores han comprobado que este medicamento bloquea los efectos del factor de crecimiento endotelial vascular.
Para llevar a cabo el estudio, se analizaron los datos de 305 personas (394 ojos) con retinopatía diabética proliferativa en uno o ambos ojos. Para realizar el estudio, recibieron el tratamiento con ranibizumab o láser aleatoriamente. Aquellos a los que se examinó los dos ojos, a uno se le administró láser y a otros ranibizumab.
Dos años después, la visión de aquellos que fueron tratados con Lucentis mejoró en aproximadamente la mitad de una línea en una gráfica optométrica en comparación con poca mejoría en el grupo del láser. Finalmente, hubo pocos cambios en la visión lateral cuando se les inyectaba ranibizumab (tan sólo había un empeoramiento de 23 decibelios en la intensidad de la imagen), frente a una pérdida sustancial cuando se hizo con láser (422 decibelios de intensidad). En cuanto a los que tuvieron que someterse a una vitrectomía, la tasa fue menor en el grupo de ranibizumab (8 de 191 ojos) que en el de láser (30 de 203 ojos).
“Ranibizumab debe ser considerado una opción de tratamiento viable para las personas con retinopatía diabética proliferativa”, destaca Jeffrey G. Gross, del Centro de Retina de Carolina en Columbia (Carolina del Sur), encargado de presentar los resultados en la reunión anual de la Academia Americana de Oftalmología, en Las Vegas.