EUROPA PRESS.- Las unidades multidisciplinares médico-enfermería en dermatología se han convertido en fundamentales para hacer una valoración global del paciente en patologías de este tipo como la psoriasis o la dermatitis atópica. Estas son algunas de las conclusiones que se han puesto sobre la mesa en la jornada ‘Avanzando en el cuidado de los pacientes dermatológicos’, en la que han participado profesionales del Hospital Universitario La Paz (Madrid) y que ha sido organizada por la biofarmacéutica AbbVie.
«Estas unidades multidisciplinares de trabajo médico-enfermera, que aún no existen en todos los hospitales españoles, deberían permitir a su vez salir del ambiente hospitalario y hacer una atención domiciliaria o de más proximidad», destaca Raúl de Lucas, jefe de la Sección de Dermatología Pediátrica del Hospital Universitario La Paz (Madrid). «Este trabajo en equipo es fundamental para nuestros pacientes. En este sentido, debemos poner en valor el papel clave que juega la enfermería en el control, manejo y acompañamiento de pacientes con enfermedades dermatológicas», explica de Lucas. «Es importante insistir en su función de acompañamiento en la valoración de las comorbilidades psicosociales que tienen las enfermedades crónicas que muchas veces los médicos no llegamos a valorar».
«Educar e informar, administrar tratamientos, detectar problemas de salud, reales o potenciales y capacitar al paciente para su autonomía y autocuidado es parte de nuestra labor», afirma Isabel María Perez Conde, enfermera pediátrica del Hospital Universitario La Paz. «Por ello, en nuestro caso, nos centramos en mejorar la calidad de vida del paciente con enfermedad cutánea crónica, ofreciendo una atención holística, no solo centrada en el aspecto orgánico de la enfermedad, sino también el aspecto psicosocial de esta», añade.
«No debemos olvidar que las enfermedades dermatológicas, a pesar de ser muy antiguas, siguen siendo grandes desconocidas«, destaca la enfermera Yolanda Gil, que advierte de que la sociedad «no está aún preparada para la convivencia sin estigmas con pacientes con enfermedades dermatológicas». «A nivel social, las lesiones en la piel producen rechazo y confusión, ante la sospecha de que se trate de algún tipo de enfermedad infectocontagiosa», lamenta.
La transición de dermatología pediátrica a adulta
En las enfermedades dermatológicas existe una transición natural de dermatología pediátrica a adulta puesto que, como señalan los especialistas, no existe como tal una especialidad al margen de la dermatología que esté enfocada en los menores. «Somos dermatólogos y pertenecemos a un equipo o a un servicio en la mayoría de los casos. Una parte de nosotros se dedica de forma preferente o exclusiva al paciente pediátrico y se produce una transición natural hacia los adultos», destaca de Lucas.
Esa transición «no debe ser rígida». Adquirir madurez, saber cómo controlar la enfermedad, así como ser responsables y conscientes de la enfermedad son «factores clave que marcarán esa transición», a su juicio. «Hay pacientes que con 14 años pueden ser vistos por el dermatólogo de adultos y, en cambio, otros en edad adulta necesitan un trabajo mucho más concienzudo, lo que ralentiza esta transición».
El papel de la enfermería en dermatología
La enfermería también juega un papel relevante en esta transición. Para ello, estos profesionales deben de disponer de los recursos necesarios, así como del tiempo para la atención del paciente pediátrico, que siempre requerirá más que el adulto.
«El paciente pediátrico, por regla general, no colabora y tiene mucho miedo a los tratamientos inyectables. Esto les genera mucha ansiedad anticipatoria, de ahí la importancia del manejo de la enfermera y la destreza a la hora de manejar la situación para no hacerla traumática», advierte Pérez Conde. «La investigación en dermatología ha supuesto un antes y un después en el abordaje del paciente dermatológico. En este sentido, la enfermera en dermatología debe de actualizarse continuamente y contar con los conocimientos necesarios para saber evaluar al paciente en su totalidad, tanto física como emocional. Somos agentes docentes», comenta Gil.
El profesional de enfermería debe hacerse experto y esto requiere formación continuada en el tiempo y permanecer en la unidad asignada el tiempo necesario para su especialización. Los profesionales en este campo reclaman mejoras como favorecer la formación, así como dotar a estos profesionales de más tiempo y recursos para el trato de estos pacientes.