DAVID RUIPÉREZ.- España tiene una tasa de infecciones nosocomiales de un 7 por ciento, una cifra inferior a la media de la UE. La penetración de los microorganismos puede venir de cualquier alteración de las barreras naturales del organismo, al separar la piel en una cirugía, con las heridas, a través del tubo de ventilación mecánico, una sonda urinario o el catéter, que porta el ocho de cada diez pacientes ingresados y mantiene el sistema vascular conectado con el exterior. Este tipo de infecciones alargan la estancia hospitalaria y suponen un riesgo para la vida del paciente. “Sin embargo, no debemos asumirlo como algo inevitable, por que la solución está ante nuestros ojos: ponerle barreras de entrada a las bacterias. Es un tema capital en la salud de los pacientes y en la del propio sistema sanitario. Se estima que una infección hospitalaria supone un coste de 18.000 euros, sin tener en cuenta el impacto en sufrimiento del paciente o su posible fallecimiento. Tenemos que contabilizar los días de hospitalización, la medicación antimicrobiana y de otros tipos, el nuevo catéter, el personal sanitario… Con esas cifras se ve que con sólo evitar tres infecciones se estaría pagando el sueldo de un profesional sanitario. ¿Cuánto supondría de ahorro en un gran hospital como el nuestro si evitamos 100 infecciones? ”, explica Emilio Bouza, jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Gregorio Marañón de Madrid. 

La enfermera María Jesús Pérez Granda, enfermera del Grupo de Estudio de Infecciones Asociadas a Dispositivos Intravasculares GEIDI, asegura que un estudio de 2012 refleja que el 75 por ciento de las infecciones son evitables y 185 de cada 1.000 catéteres periféricos que se ponen no son necesarios. De hecho se ha cuidado mucho la prevención de infecciones en Cuidados Intensivos cuando, si tenemos en cuenta que el 85 por ciento de los pacientes tiene un catéter, la mayor parte de los infectados estará fuera de la UVI y tendrá vías periféricas en lugar de centrales”.

Estadísticas

El equipo del Gregorio Marañón ha logrado disminuir las tasas de infección nosocomial a base de educación, charlas y cursos al personal y básicamente mediante la generalización del empleo de nuevos apósitos transparentes frente a la clásica gasa. “En el caso de estos últimos se puede ver el punto de inserción y hay que sustituirlo cada 7 días en lugar de cada 2. El personal está contento por este motivo, pero estamos logrando reducir las infecciones, que es lo importante. Los gerentes de los hospitales ven que merece la pena, porque sólo con haber evitado una infección ya se ha pagado el posible sobrecoste de los apósitos de nueva generación frente a las gasas y el esparadrapo”, añade Pérez Granda.

En UCI está probada la reducción de las tasas de infecciones, por ejemplo con el uso de apósitos transparentes con antisépticos -como los que tienen gluconato de clorhexidina- se ha demostrado una reducción del 60% de las infecciones relacionadas con catéter. Así se ha publicado en ensayos clínicos con el apósito 3M Tegaderm CHG con gluconato de clorhexidina, que ha sido elegidos “Producto Sanitario del año 2014” por la Asociación Nacional de Enfermería Coordinadora de Recursos Materiales (ANECORM), Pero eso es sólo relativo a vías centrales y en unidades específicas. Si su eso se extendiera a vías periféricas en todo el centro sanitario cabe esperar que disminuya la tasa de infección y es lo que reflejan las estadísticas del hospital madrileño, que empiezan a mostrar un descenso cuando se generaliza el uso de los apósitos transparentes en todo el hospital. Nuevos estudios en más hospitales deberán confirmar esta tendencia que avale si se justifica, como parece, el cambio a mejores apósitos para las vías.