Tras su experiencia clínica como enfermeras asistenciales, tanto en unidades de hospitalización como en servicios críticos donde es muy frecuente que los pacientes se retiren el catéter venoso periférico, Ana Fernández, Yolanda Valcárcel y María González, de la Universidad de Oviedo, han creado un dispositivo protector para el catéter venoso periférico. Este proyecto surge de la estrecha colaboración con profesores del Área de Ingeniería Mecánica de dicha universidad: Maria del Rocío Fernández, Jose Manuel Sierra y Jose Luis Cortizo.

La mayoría de los pacientes hospitalizados tienen ese catéter en el antebrazo durante su estancia para recibir tratamiento intravenoso o sueroterapia y sabemos que en torno al 12-13% de esos catéteres son retirados accidentalmente. Este problema afecta sobre todo a pacientes de edad avanzada, con desorientación y/o episodios de delirio.

“Nuestra experiencia en unidades de medicina interna donde es muy frecuente este perfil de paciente o en la unidad de cuidados críticos nos hizo plantearnos que en el siglo XXI deberíamos dar una respuesta innovadora a este problema clínico, evitando sobre todo las contenciones mecánicas que en numerosas ocasiones se aplican para evitar esa retirada accidental del catéter”, explica Ana Fernández.

Invención

El dispositivo protege externamente el catéter venoso periférico y las conexiones de los equipos de sueroterapia y medicación. “Consta de una cubierta transparente y semirrígida para poder vigilar el punto de inserción del catéter y la aparición de complicaciones como flebitis o extravasación. Esta cubierta se integra en un brazalete que abraza el antebrazo, incluye una sujeción en el primer dedo y se abrocha con su sistema de velcros en la parte inferior. La salida de los equipos de sueroterapia tiene lugar en la región externa del codo para dificultar el acceso al paciente y la tracción”, expone Fernández.

Para los pacientes, se evitaría la repetida canalización de nuevos accesos venosos, con el dolor, hematomas, etc que ello ocasiona.  Además, aporta confort y tranquilidad al saber que el catéter está protegido (pueden moverse más libremente) y evita el uso de contenciones mecánicas que provocan aún más agitación y deshumaniza gravemente la atención sanitaria.

Ahorro de tiempo y recursos personales

Y, para las enfermeras permite mejorar la seguridad en la administración de medicación, vigilar mejor el punto de inserción y detectar precozmente complicaciones relacionadas con el catéter o con su retirada. Además, disminuye la presión asistencial al evitar nuevas canalizaciones. “En general, para el sistema hospitalario supone un ahorro importante en recursos personales y materiales y favorece la calidad de los cuidados de enfermería, humanizando la estancia hospitalaria”, aclara Fernández.

Para la familia también implica ventajas “como evitar el sufrimiento de tener que contener mecánicamente al paciente o estar continuamente supervisándolo para evitar esa retirada, que puede plantear dificultades de conciliación familiar/laboral”, añade Fernández.

Legislación vigente

Este dispositivo ha sido protegido mediante un modelo de utilidad en la Oficina Española de Patentes y Marcas. La titularidad es compartida entre la Universidad de Oviedo y la Fundación para la Investigación y la Innovación Biosanitaria del Principado de Asturias (FINBA).

Actualmente no está disponible para su utilización en el entorno sanitario, aunque las inventoras esperan que lo esté próximamente tras completar el diseño y fabricación industrial, y cumplir con la legislación vigente. “No obstante, seguimos trabajando para mejorar el desarrollo del dispositivo”, añade Fernández.

Testimonios

Fernández y sus compañeras han presentado el dispositivo a familiares de pacientes, supervisoras de un hospital geriátrico y a una asociación de personas con trastorno del espectro autista, y su opinión fue muy positiva en cuanto a la utilidad del dispositivo y la necesidad de evitar las contenciones mecánicas.

“Mi padre, durante los ingresos hospitalarios vinculados a las intervenciones quirúrgicas, por efecto de la anestesia, sí que en ocasiones se ha quitado el catéter, se lo han tenido que volver a poner y es una situación complicada. Ha precisado contención mecánica en ambos ingresos porque se retiraba la vía venosa. Como familiar no es agradable ver a tu familiar con ambos brazos atados para que no se arranque la vía. El dispositivo puede ser de ayuda para que no se lo quite, porque es un sufrimiento volver a buscar una vena para volver a pinchar y todo lo que vaya orientado a mejorar la calidad de vida cuando estén ingresados es genial”, afirmó una mujer de 56 años, hija de una persona mayor con varias intervenciones en los últimos años, durante la entrevista que le hicieron.

Reincidente

“En las unidades de geriatría nos encontramos con pacientes que en múltiples ocasiones se arrancan la vía; y en las unidades de agudos no hay un turno en el que ningún paciente no se arranque la vía, bien voluntariamente o a veces la pierde por accidente al ir al baño, ponerse la ropa… Si un paciente es reincidente, siempre empezamos tapando la vía que no es lo más ideal porque para controlar una flebitis deberíamos poder visualizar la zona de inserción, pero al final, terminas haciendo un vendaje para dificultarle acceder a la vía. Cuando ni aun así somos capaces de controlarlo, lo más habitual es que el paciente acabe con una contención mecánica”, relató durante el estudio una enfermera especialista en geriatría con 33 años de experiencia clínica.