ÁNGEL M. GREGORIS.- Conchi, Mari Carmen, Laura, Mari Cruz, Pilar, Rocío, Soledad o Alicia son sólo ocho nombres de las 37 mujeres que han sido asesinadas en el último año en España por culpa de la violencia de género. Una losa que aprieta enormemente a uno de los países más avanzados del mundo en cuanto a derechos, pero que, sin embargo, arrastra una con él una cultura machista, que se debe combatir desde las instituciones.
“Nos enfrentamos en estos momentos a un problema de enormes dimensiones. En estos 11 meses de 2021, 37 mujeres han perdido la vida a manos de hombres que consideraban que eran de su propiedad. Desde 2003, año en el que empezaron a contabilizarse las víctimas, esta cifra asciende hasta las 1.118, lo que supone cinco mujeres asesinadas al mes. Unos datos que no dejan lugar a dudas y revelan una situación dramática que se debe atacar con todas las armas judiciales disponibles”, afirma Pilar Fernández, vicepresidenta del Consejo General de Enfermería.
De hecho, ha sido la institución enfermera la que ha querido poner en valor el trabajo de todas las enfermeras en hospitales, centros de salud, sociosanitarios y otros ámbitos como los colegios para detectar y prevenir casos de violencia de género. Las enfermeras, como profesionales más cercanas a los pacientes, tienen un papel clave a la hora de descubrir posibles casos de maltrato y ayudar a estas mujeres durante el proceso. En concreto, las denuncias presentadas hasta junio de 2021 ascienden hasta 75.722 y el acumulado desde 2007 ya alcanza casi los 1,8 millones de denuncias, según los datos del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género.
Mecanismos
Con estas cifras, la Organización Colegial quiere poner en valor el papel de las enfermeras como educadoras en salud. “Tenemos los mecanismos para detectar síntomas de maltrato, sabemos cómo actúan las mujeres cuando se sienten sometidas y tenemos conocimientos para ayudarlas y apoyarlas”, apunta Fernández.
En este sentido, desde el CGE recuerdan la importancia de mejorar las ratios enfermera/paciente para hacer frente a situaciones como esta. “En la actualidad, tenemos unas ratios muy por debajo de la media europea. En este sentido, la acumulación de trabajo para todas y todos los profesionales enfermeros hace que muchas veces, problemas como este, no puedan ser atendidos como es necesario, pasando por alto indicios que nos permitirían salvar vidas. Nuestros compañeros están haciendo un esfuerzo sobrehumano desde hace años y mucho más ahora con la pandemia, pero las administraciones deben apostar por la enfermería y contratar a más profesionales para hacer frente a otras pandemias como la de la salud mental o la de, por desgracia, la violencia machista”, resalta Florentino Pérez Raya, presidente del CGE.
Enfermera escolar
Asimismo, Pilar Fernández afirma que esto es un problema a nivel estructural, que hay que atajar con un modelo educacional en el que no quepa el machismo. “Los niños y niñas deben crecer con una educación basada en la igualdad. No podemos permitir que se perpetúen acciones o maneras de relacionarse anacrónicas y de épocas pasadas. Las enfermeras escolares tienen mucho que decir en este aspecto, ya que son educadoras en salud en todos los niveles de la comunidad educativa. Este colectivo se encarga de enseñar a los más pequeños hábitos saludables, pero también educación en valores para que crezcan respetándose, independientemente de todas las diferencias que tengamos como personas”, subraya la vicepresidenta de las 325.000 enfermeras y enfermeros de España.
“Además -recalca- también a través de las conversaciones y comportamientos de los menores, las enfermeras escolares pueden vislumbrar posibles casos de maltrato en los domicilios, consiguiendo así actuar contra ellos de la manera más rápida posible”. “No podemos echar la vista a un lado e ignorar una realidad que cada vez hace más daño. Cada golpe y cada asesinato de una mujer nos hace daño a todas y cada una de nosotras. Hay que seguir luchando y las enfermeras estaremos frente a frente contra la violencia de género”, comenta Pilar Fernández.
Decenas de vidas destrozadas por el maltratado, que se cobra también otras víctimas como los menores. Desde 2013 ya son 44 niños y niñas asesinados a manos de sus padres o las parejas de sus madres. “La población debe tatuarse estas cifras en las retinas y ser conscientes de que o se ponen medidas o esta situación irá mucho más allá”, apostilla la vicepresidenta del CGE.