ÁNGEL M. GREGORIS.- Más de 8.000 kilos de flores forman, año tras año, el descomunal manto que engalana a la Virgen del Pilar todos los 12 de octubre en Zaragoza y que adorna la Plaza del Pilar, la más famosa de la capital aragonesa, durante una semana.
Cada vez son más las personas que llegan desde toda España para vivir en directo una de las ofrendas más multitudinarias del país. Un total de 684 grupos desfilarán este año vestidos con los trajes regionales de cada localidad para entregar sus ramos a la virgen. Y tras más de 12 horas decorando la plataforma que sujeta la réplica, la plaza ofrece una vista y un olor únicos, que sólo se repiten por estas fechas.
Porque si hay algo emocionante estos días, eso es el olor que desprenden las flores, olor a naturaleza, a frescura y a fiesta, a las fiestas del Pilar.
Una atracción más
Lo que antes era sólo un acto religioso y que embellecía la plaza durante las celebraciones, en los últimos tres años se había convertido también en una atracción más del programa de fiestas, ya que el Ayuntamiento venía habilitado una plataforma de escaleras que permitía subir hasta arriba para fotografiarse con la virgen. Este año el Consistorio de la localidad ha decidido cancelar esta actividad a pesar de las buena aceptación que tenía entre los habitantes y turistas.
Mucho menos multitudinaria, pero más solidaria, es la Ofrenda de Frutos, que se celebra cada día 13 de octubre y pretende recaudar alimentos para donarlos a centros sociales y asistenciales de la ciudad. Verduras, frutas, legumbres y pasta son algunos de los productos que se recogen en este acto y que van destinados a ayudar a los más desfavorecidos.
La Basílica
Protegiendo del río Ebro a la plaza se encuentra la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, que si bien siempre está llena de transeúntes, en estas fechas muchísimo más. De estilo barroco, se trata del primer templo mariano de la cristiandad y resguarda el pilar que, según la tradición, dejó la Virgen María cuando se le apareció al apóstol Santiago el 2 de enero del año 40. También en su interior se encuentran dos bombas que cayeron sobre la basílica durante la Guerra Civil, pero que nunca explotaron. En aquella época, los creyentes lo atribuyeron a un milagro de la Virgen, pero la realidad es bien distinta: numerosos expertos aseguran que el avión que las lanzó no volaba a suficiente altura como para que explotasen y que los proyectiles estaban mal montados.
Aunque la fiesta es la fiesta, no hay que descuidar la cultura y sacar un rato del viaje a Zaragoza para visitar el Palacio de la Aljafería debería ser obligatorio. El edificio es, junto con la Alhambra de Granada y la Mezquita de Córdoba, una de las joyas artísticas de la presencia musulmana en España. Actualmente, acoge las Cortes de Aragón, pero un gran número de salas y jardines están abiertas al público.
Dar un paseo por la calle Alfonso I o por Don Jaime I nos permite comprar y degustar los productos típicos de la zona, como las frutas de Aragón. Eso sí, a tan sólo 400 metros de allí podemos encontrar las mismas delicatesen en el Mercado Central y muchísimo más baratas.
Gastronomía
Hablando de gastronomía, uno no se puede marchar de Zaragoza, y menos en Pilares, sin probar el ternasco de Aragón. La opción más conocida es la Carpa del ternasco, en la que se pueden degustar desde croquetas hasta bocadillos elaborados con esta carne. Aun-que este sea uno de los sitios típicos durante esta semana, son otros muchos los restaurantes que ofrecen platos con ternasco.
También a la hora de comer, una alternativa perfecta es pasarse por los bares del Tubo y tapear en lugares tan representativos como El champi, que sólo ofrece pinchos de champiñones; La republicana, con sus patatas con mojo, o La miguería, con sus migas.
Bien es cierto que los Pilares son las fiestas de Zaragoza, pero también las de toda España y Latinoamérica porque para eso es la patrona de la Hispanidad. Los zaragozanos te acogen, te integran y te reciben como si fueses uno más. Música, gastronomía y ocio se juntan durante una semana en la que la alegría y la celebración recorren todas las calles de la metrópoli.